Algunos recuerdos de infancia suelen asomar como imborrables, y esto cobra mayor relieve cuando esas imágenes se relacionan con lo que la vida marcó como destino de un ser humano. Algo de eso siente Julio Fontana (Julio Bissio en sus documentos), compositor, actor, docente y doblajista de películas y series, cuando rememora con precisión fotográfica ciertos momentos de su niñez.
“Cuando era chico, en Nueve de Julio, en la provincia de Buenos Aires, se escuchaba mucho tango. Y no me olvido que solía subirme a un árbol en la casa de mis abuelas, con una escoba que hacía de guitarra, y me ponía a cantar. Eran épocas de domingos en familia, con una mesa larga, en la radio, sonaba Agustín Magaldi, y los mayores se emocionaban con su canto”, evoca Julio como si volviera a ese instante.
Apenas concluyó la primaria, Julio fue enviado por su madre a estudiar a la Capital. Explica que “mi papá murió siendo yo muy chico, y ella debía luchar con tres hijos, así que estudié aquí, pupilo, en el León 13 y luego en el San Carlos, de Almagro, y fue un modo de crecer de golpe en una ciudad distinta y enorme”.
Ya adolescente, Julio (hoy casado, con dos hijos y tres nietos) se había especializado en Artes Gráficas, y comenzó a ganarse la vida dando clases en la escuela Fray Luis Beltrán, y muchos de sus alumnos eran chicos del Asilo de Huérfanos. Luego, continuó dando clases en la Escuela 31 de la Boca, recién inaugurada, y fundada por el gran Benito Quinquela Martín, pintor de quien se hizo muy amigo por aquellos años.
“Era un hombre muy generoso, tuve mucho trato pero nunca le pedí nada, él lleno la escuela de colores y belleza, como hacía con todo”, reflexiona sobre el artista de la Boca. Y detalla que “mis tareas como docente en artes gráficas las seguí hasta pocos años antes de jubilarme, y durante una época hasta lo hacía de noche, sobre todo cuando también me integré en la Escuela 15, cerca de parque Lezama”.
Pero más allá de la docencia, la vida le depararía a Julio otras sorpresas. Porque desde los 20 años, comenzó una carrera como cantor de tangos que lo haría llegar a destacarse en una época que muchos marcan como “de oro” para el género, y cuando las orquestas y los solistas competían en los salones y teatros y los llenaban como hoy lo hacen los artistas del pop y el rock.
Recuerda que “el primero que me probó fue uno de los guitarristas de Magaldi, justamente, se llamaba Centeno” y completa que luego de estudiar un tiempo con un tenor del teatro Colón, “comencé a trabajar en el café Los Angelitos, y uno de mis padrinos fue nada menos que Alberto Marino”.
Así, Julio se transformó en Fontana, porque según dice “ese apellido era el real de Hugo Del Carril, me gustó y me lo apropié para el canto”. A partir de allí, para Julio empezaron las giras con un cuarteto de guitarras por distintos lugares de aquí y del interior, además de numerosas grabaciones, y actuaciones en distintas radios, como El Mundo y las extinguidas Del Pueblo y Libertad, y junto a orquestas como la de Sánchez Gorio, Rodolfo Biagi y Jorge Dragone.
Fontana se considera “un intuitivo” aunque aclara que “a medida que uno va haciendo su camino trata de estudiar y perfeccionarse” y menciona como un gran éxito el tema “Pa que sientas lo que siento”, una ranchera mexicana que Gorio transformó en tango, y del que se vendieron más de un millón de placas. Julio rememora que “fue un gran éxito, nos posibilitó salir de gira, y parecíamos estrellas de rock, las chicas nos esperaban a la salida y teníamos que escaparnos”.
A principios de los años ‘60 el tango ya no pasaba por su gran momento. Surgían nuevos ritmos populares, y ya no atraía multitudes. Julio dejó de hacer giras y grabaciones, y se abrieron para él otros caminos: uno como corrector periodístico en editorial Atlántida, donde estuvo en el lanzamiento de Gente, y en revistas como El Gráfico.
Pero además, un encuentro casual con un amigo hizo que le ofrecieran trabajo como doblajista. Y así inició un largo periplo de 40 años, durante los cuales dobló cientos de películas y series argentinas y extranjeras.
“Empecé con ‘Yo Quiero a Lucy’ y fui quien más dobló a Alain Delon, unas 16 películas, hice varias de Superman, también a Mastroianni en sus monólogos de Enrique IV y en “Ginger y Fred”, y a De Niro, uno de los que más me costó, porque hablaba muy rápido”.
Fontana también tuvo su breve incursión como actor, en un par de capítulos de “Yo soy porteño”, que se emitía por Canal 13, y reemplazó al cantante Jorge Sobral, de quien dice que “era un gran amigo, como de Salgán y de Leopoldo Federico”.