En el distrito más populoso del Conurbano, el investigador y docente Martín Biaggini logró reflejar la historia cultural y social de La Matanza en varios libros y documentales sobre sus personajes y lugares más representativos.

Considerado como la quinta provincia del país por la cantidad de personas que viven en esa amplia zona, el distrito de La Matanza, con más de 1 millón 800 mil habitantes, no solo ha sido y continúa siendo, más allá de las crisis económicas y sociales, un sector del conurbano fundamental en el ámbito industrial y comercial, sino también un lugar con una identidad propia en lo cultural, forjada por la diversidad de origen de sus pobladores, que desde fines del siglo 19 fueron haciendo parte de su historia.

Si faltaba alguien que pudiera sintetizar esa rica historia de pertenencia, ese es Martín Biaggini, un joven docente, escritor y documentalista de 43 años, nacido en Villa Madero, uno de los barrios lindantes con la General Paz, y lugar donde vive en la actualidad, luego de habitar durante un tiempo en la Capital.

Como buen historiador, Martín comenta que su origen está en una familia de inmigrantes italianos. “Mi familia era del norte de Italia, y hacia principios del siglo XX se instalaron en una zona rural de Mercedes, para luego radicarse en Villa Madero, donde yo nací y viví casi siempre”.

Propulsor y coautor del libro “Alto Guiso”, que reúne una antología de 11 poetas de la zona junto a una síntesis histórico-cultural de La Matanza, Martín trabaja desde hace varios años como docente en las universidades de Lanús y la Arturo Jauretche de Varela, dando materias vinculadas con las prácticas culturales, y asegura que siempre se sintió atraído por el arte y, en especial, por el cine. Así fue que se decidió, luego de terminar el secundario, por estudiar en la Escuela Superior de Cine, donde se especializó en la temática de los documentales.

Biaggini señala que “me gustaba mucho viajar, ir de mochilero, y admiraba a un gran documentalista como Jorge Prelorán. En algún momento, un amigo me dijo que si quería dedicarme a esto, lo mejor era empezar por mi barrio. Le hice caso, y de a poco fui descubriendo hechos, lugares y personajes de esta gran zona”.

Así surgieron varios filmes como “A Tapiales”, “La Luna que se cortó con la botella”- -sobre un famoso grupo de poesía local- , “Maestro Cao”, sobre un escritor, Julio Cao,.que estuvo de voluntario en Malvinas, y la vida de Angel Borlenghi, que fue ministro de Perón, y a cuya viuda pude entrevistar a los 102 años”.

Estas producciones le trajeron muchas satisfacciones a Martín, ya que no solo fueron presentadas en festivales internacionales, sino que le dieron un gran prestigio como difusor de la cultura y los personajes de La Matanza.

Pero Martín sabía que no había ningún libro que contara la historia de su terruño. Y se dispuso a hacerlo él mismo. “Empecé a buscar en archivos, investigar, hablar con fuentes, entrevistar a gente vieja de la zona, recoger la historia oral, y así surgió “Apuntes para la Historia de Tapiales”.

Este lanzamiento encendió el interés del municipio por recopilar la historia de las distintos barrios, y así surgieron libros sobre Villa Celina, Villa Madero, Lomas del Mirador, Villa Insuperable y Villa Luzuriaga, y aclara que “en los casos de Ramos Mejía y Morón, que son zonas más grandes y con otro arraigo, ya había bastante literatura al respecto”.

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Biaggini remarca que “La Matanza es muy rica en lo cultural, pero su imagen está relegada por una visión mediática injusta relacionada con la delincuencia, algo que existe en todos lados. Es una región donde el arte y lo popular están muy relacionados, y con costumbres como la de pintar el retrato de los jóvenes que murieron en forma trágica y así homenajearlos en alguna esquina”.

Los querandíes, los primeros pobladores

eTanto en sus libros como en sus tareas docentes, Biaggini toma como temáticas el conurbano en general y las expresiones culturales en particular, y señala que “siempre me remonto a los pueblos originarios, ya que aquí estaban los querandíes, que eran seminómades, y fueron los primeros pobladores”.

Amplía que “aquí llegó en 1615 el español Pedro Gutiérrez, y habitó en la zona donde está el Mercado Central. Como las tierras eran muy grandes, se fueron fraccionando, y hacía fines del siglo 19, con la llegada del tren, comenzó la actividad industrial y una mayor conexión con la Capital, lo que ayudó a un mayor intercambio en lo cultural”.

Para Martín, es muy importante descubrir la relación entre culturas y personajes para armar la historia. Comenta como ejemplo que Villa Madero se llama así por Francisco Madero, que fue vicepresidente de Roca, pero su esposa era una Ramos Mejía, con lo que todo se conecta con todo”.

“Luego de la Segunda Guerra, por la sustitución de importaciones y por la llegada de mayor migración interna al subir el peronismo, La Matanza se convirtió en un gran centro industrial”.

Alto Guiso, legado de la cultura matancera

dLa edición del libro “Alto Guiso. Poesía Matancera Contemporánea”, presentado en 2017, significó un verdadero legado de buena parte de la cultura matancera desde sus orígenes y hasta la actualidad. Además, gracias a la editorial que lo publicó, la edición llegó a México, Estados Unidos y Europa, y en varios países es material de estudio sobre la poesía local.

El libro incluye un prólogo de la poeta Luisa Futoransky, hay un estudio literario crítico de Fabián Banga, referente cultural y doctor en Letras en Berkeley, y Biaggini se encarga de poner en el contexto histórico los aspectos culturales y artísticos de La Matanza, desde el siglo 19 hasta ahora, incluyendo desde las antiguas pulperías y payadores hasta los poetas más contemporáneos y las nuevas corrientes musicales.

Los poetas elegidos representan a las generaciones de los ‘70, ‘80 y ‘90, y hay un homenaje especial a Pedro Chappa, un gran escritor local, participante de la obra y que falleció poco antes de la presentación. Ellos son Alba Murúa, Anahí Cao, Elizabeth Molver, Gino Bencivenga, Hugo Salerno, José Paredero, María Sueldo Müller, Omar Cao, Patricia Verón y Víctor Cuello. Martín señala que “este libro rinde un tributo además a artistas que durante años hicieron su aporte cultural en esta zona, desde Omar Cao, o Hugo Salerno, un gran compositor de tangos, ambos creadores junto a Isabel Ortiz del grupo “La Luna que se cortó con la botella”.

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