Fue una de las historietas que durante cuatro décadas lideró las ventas semanales en todo el país, a través de sus personajes prototípicos, que podían ser reconocibles inmediatamente por los lectores. Desde mediados de los años ‘30, las historias creadas por el dibujante y guionista Dante Quinterno pusieron en primer plano a figuras como Patoruzú, Upa, Isidoro Cañones, Patoruzito, La Chacha y muchos más.
Luego de un largo silencio, al que contribuyeron el cambio de tecnologías, de gustos y afinidades con otro tipo de historietas y de humor, el viejo y querido Patoruzú está de vuelta, gracias a la iniciativa de Pablo Sapia, un historietista y dibujante cuya persistencia se unió al amor por ese género y a su paciencia para ir uniendo de a poco las piezas de ese rompecabezas que los archivos y el desgaste habían dejado en un rincón.
Desde hace más de diez años vinculado como colaborador permanente en editorial Perfil, donde realiza sus dibujos e historietas, Sapia (48 años, casado, tres hijos, hincha de River) se animó a tejer con la paciencia de la araña el resurgimiento de Patoruzú y sus amigos luego de conectarse con los parientes del talentoso Quinterno, que falleció hace algunos años.
Con pasos importantes por revistas como Fierro, la publicación cooperativa Suélteme, la página web Noticias Locas y su cargo durante 11 años como curador en el Centro Cultural Recoleta, donde coordinó numerosas muestras del género, Sapia nos comenta que “siempre fui lector, desde historietas hasta literatura, y desde los 7 años hacía mis dibujos, que luego perfeccioné durante el secundario, haciendo una revista estudiantil”.
Ya en la adolescencia, Pablo - lector de clásicos como Scorpio, El Tony, D’Artagnan, Asterix, Lucky Luke y Tintin- comenzó a recopilar material muy variado, que recortó y archivó en forma minuciosa.
El resultado de esa devoción surge si se conoce su habitación de trabajo, un pequeño bunker en su departamento de Palermo donde conviven estantes repletos de libros de historietas, colecciones y hasta varios muñecos que representan a personajes clásicos de la ficción.
Formado con artistas plásticos trascendentes como Ernesto Pesce y Carlos Gorriarena, y admirador de escuelas de historieta como la franco-belga (traducida en personajes como Asterix), Sapia considera entre los autores fundamentales del género en Argentina a Héctor Oesterheld, un autor que combinaba lo fantástico con lo cotidiano, y señala que “recuerdo una historia donde en un club de barrio luchaban para enfrentar una invasión extraterrestre, parte de lo cual luego volcó en El Eternauta”.
Además de ejercer la docencia desde hace varios años, en forma particular y en Centros Culturales, Pablo dice que “me gusta trabajar con chicos y adolescentes, porque siempre tienen nuevas ideas y mucha iniciativa”, y asegura que las referencias inevitables en su trayectoria fueron Trillo, Quino y García Ferré, más allá del redescubrimiento que hizo de Dante Quinterno sobre la saga de Patoruzú.
Según detalla, “en materia de historietas no es fácil encontrar información, porque si no vas a una biblioteca o hemeroteca, no hay tanto material” y destaca que “cuando estuve en el Centro Recoleta como curador, pude abocarme a investigar sobre la historia del género, pero salvo un par de libros sobre el tema, o algunas ediciones de De la Flor, lleva mucho tiempo encontrar mucho material, en especial las tiras que salieron en diarios, como Don Fulgencio, Ramona o el Mago Fafa”.
A Pablo le insumió mucho tiempo la restauración y puesta a punto de la colección de Patoruzú, y detalla que tuve que digitalizarlo tira por tira, primero la escaneaba, luego con Photoshop le saqué el color opaco propio de las revistas viejas, y remarqué líneas, manchas o bordes que estaban deteriorados, esto me llevó dos años”.
Al principio, Sapia señala que “como Dante ya había muerto, tuve que hablar con el hijo y el nieto, a quienes al principio no les cerraba mucho lo que yo les proponía, pero cuando les envié una muestra de mi trabajo, se entusiasmaron y así se sumaron al proyecto”.
El plan de Pablo, junto a la editorial, es presentar en la próxima Feria del Libro los cuatro volúmenes de esta obra que sin dudas es un incunable recuperado de una parte fundamental de la cultura argentina, como son los personajes de esta historieta que fue parte de la vida de miles de argentinos que crecieron viendo las desventuras de ese personaje tan particular, de sus amigos, y de ese dandy de otros tiempos pero que cualquiera puede reconocer a la vuelta de la esquina, en pleno siglo XXI.
Durante octubre del año pasado, se produjo el lanzamiento de los dos primeros volúmenes de la Colección Patoruzú, que constará de cuatro libros, gracias al trabajo de investigación realizado por Pablo Sapia, y a la Editorial Assisi, que se encargó de la edición de este verdadero tesoro de la historieta argentina.
Pablo explica que “de chico no me había llamado tanto la atención Patoruzú, pero luego descubrí producciones de Quinterno anteriores a esa serie que nunca se reeditaron y eran muy originales”.
Comenta que Patoruzú comenzó a salir en 1936 y siguió durante 40 años hasta 1977 con sus historietas originales, aunque luego se siguieron editando, pero en forma reciclada, y llegó a vender 300 mil ejemplares por semana” y confiesa que “fue un arduo trabajo el que hice, logré que alguien me vendiera de a poco los números 50 al 250, y los primeros los conseguí parcialmente o me los prestaban para escanearlos”.
Para Pablo, “el personaje que más me atrapa es Upa, porque me parece maravilloso, es muy inocente, y su relación con Patoruzú es increíble” y acerca de Isidoro, destaca que “es el típico dandy porteño que se hace el ganador y no tiene donde caerse muerto”.
“Su primer nombre era Julián de Monte Pío, salió primero en Crítica y luego en La Razón. Un par de años después la tira empieza a tener éxito, pero aquí sucede que el personaje de Patoruzú desplaza en protagonismo al de Isidoro, algo similar a lo ocurrido con Clemente y Bartolo, de Caloi”