El beato argentino Artémides Zatti fue proclamado santo este domingo por el Papa Francisco en la plaza San Pedro, donde se destacó que el enfermero laico “fue un ejemplo vivo de gratitud y dedicó toda su vida a saciar las necesidades de los demás”.
Zatti, que nació el 12 de octubre de 1880 en Boretto (Italia) y murió el 15 de marzo de 1951 en Viedma (Argentina), donde emigró cuando tenía 17 años con sus padres y sus 7 hermanos, es el tercer santo argentino y el primero laico, dado que fue coadjutor de los salesianos.
”Artémides Zatti fue un ejemplo vivo de gratitud. Curado de la tuberculosis, dedicó toda su vida a saciar las necesidades de los demás, a cuidar a los enfermos con amor y ternura. Se dice que lo vieron cargarse sobre la espalda el cadáver de uno de sus pacientes. Lleno de gratitud por lo que había recibido, quiso manifestar su acción de gracias asumiendo las heridas de los demás”, señaló el Sumo Pontífice durante su homilía.
La canonización de Zatti comenzó en 1977 cuando obispos argentinos le solicitaron al Papa que iniciara el proceso. Luego de dos milagros atribuidos a su persona, finalmente fue canonizado.
Zatti había sido declarado beato por Juan Pablo II en 2002 y fue canonizado por la cura de un hombre -ocurrida en Filipinas, en 2016- que sanó de un ictus isquémico cerebeloso derecho, complicado con lesión hemorrágica voluminosa.
La curación no tenía explicación médica, se dio de forma repentina cuando el hombre había sido trasladado a su casa para pasar las últimas horas con su familia, tras pasar 10 días internado por una hemorragia cerebral. La Santa Sede atribuyó al hermano del paciente, también salesiano, el rezo a Zatti que derivó en el milagro.
Al mismo tiempo que se realizó la ceremonia para Zetti, también se canonizó a Giovanni Battista Scalabrini (1939-1905), obispo de Piacenza y fundador de la Congregación de los Misioneros de San Carlo, que se convertirá en el patrón de los migrantes.
El Papa pidió rezar para que estos dos santos “nos ayuden a caminar juntos, sin muros de división; y a cultivar esa nobleza de espíritu tan agradable a Dios que es la gratitud”.
Para oficializar el proceso, Francisco pronunció la fórmula en latín para la canonización: “les inscribimos en el Catálogo de los Santos, y establecemos que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre los santos” y se llevaron al altar sus reliquias.
Para esta ceremonia llegaron varios centenares de salesianos de todo el mundo, que el sábado se reunieron con el Papa en una audiencia especial como motivo de la canonización.