Este año se cumplen 20 años del inicio de la investigación judicial por acosos sexual que casi le cuesta la presidencia al ex mandatario norteamericano Bill Clinton. El fiscal especial Kenneth Starr comenzó una investigación sobre unos negocios aparentemente ilegales de Clinton pero su trabajo se terminó convirtiéndose en un proceso de impeachment (destitución) contra el demócrata tras descubrir que éste había mantenido 9 encuentros sexuales con la becaria Monica Lewinsky, que incluyeron sexo oral en la residencia presidencial
Ahora, la ex becaria de la Casa Blanca volvió a repasar el tema en un artículo que escribió para la versión online de la revista Vanity Fair, y allí acusa a Clinton de perpetrar un acto de “abuso de autoridad” en los hechos que derivaron en la relación que se extendió durante los años 1995 y 1997.
En el texto, Lewinsky, de 44 años, no intenta en absoluto evadir su responsabilidad en la situación que le tocó vivir y se lamenta por la aventura amorosa que mantuvo con el mandatario, que le produjo un trauma que sigue arrastrando en la actualidad.
Pero quizá el punto más interesante del artículo es cuando Lewinsky hace una completa reevaluación de su situación a la luz de la actividad del movimiento #MeToo, responsable de una interminable ola de denuncias de acoso sexual contra hombres poderosos de los Estados Unidos; y la comparó con un texto que ella misma escribió para la misma revista en 2014.
“Claramente mi jefe se aprovechó de mí, pero yo siempre me mantendré firme en este punto: se trataba de una relación consensuada. Cualquier ‘abuso’ se produjo después, cuando se hizo de mí un chivo expiatorio para proteger su posición de poder”, escribió en ese entonces.
“Ahora me doy cuenta de lo problemático que fue que incluso los dos llegáramos a un lugar en que había una pregunta de consentimiento. El camino que llevó hasta allí estaba plagado de abuso inapropiado de la autoridad, posición y privilegio”, escribió en esta ocasión.
Lewinsky pasó de ser una ignota becaria de 24 años a estar en centro de la escena política de los Estados Unidos, con su rostro divulgado en todos los medios de comunicación, señalándola como la mujer con la que el presidente del país más poderoso del mundo había mantenido relaciones extramatrimoniales en la Casa Blanca. Víctima de una fuerza que estaba más allá de cualquier control, Lewinsky eligió refugiarse en el silencio y solo volvió a aparecer hace unos años.
“Dado mi desorden de estrés postraumático y mi conocimiento sobre trauma, es muy probable que mi pensamiento no estuviera cambiando necesariamente en este momento si no fuera por el movimiento #MeToo. No solo por las nuevas miradas que ha proporcionado sino también por los nuevos caminos que ha ofrecido sobre la seguridad que nace de la solidaridad”, agrega en el texto.
“Ahora estoy empezando (solo empezando) a considerar las implicaciones de las diferencias de poder que eran tan vastas entre un presidente y una becaria de la Casa Blanca”, dice Lewinsky, y agrega: “Estoy empezando a entender que en esa circunstancia la idea de consentimiento puede ser considerada irrelevante (Aunque los desequilibrios de poder –y la capacidad de abusar de ellos– existen incluso cuando el sexo ha sido consentido)”.
La relación de Clinton y Lewinsky, le permitió al republicano Starr propiciar un proceso de impeachment contra el presidente que fue rechazado por el Senado. Por medio de este proceso, se buscaba dirimir si Clinton mintió bajo juramento cuando negó haber mantenido una relación sexual con Lewinsky y si obstruyó las investigaciones al alentarla a ella a negar la relación.
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