Los detenidos están acusados de homicidio, aunque, por el momento, no se presentaron cargos por racismo en este hecho ocurrido en el sur de Brasil.
Entre los detenidos están los dos guardias de seguridad responsables de la brutal agresión. También una empleada de Carrefour que intentó evitar la grabación de los hechos y que tiene, según la Policía, mando sobre los demás trabajadores.
También están detenidos un empleado de la empresa de seguridad, subcontratada por el supermercado, que impidió que la esposa de la víctima pudiera ver al fallecido mientras agonizaba, y dos empleados de Carrefour que ayudaron a inmovilizar a Silveira.
Ante estos hechos, los dueños de la cadena Carrefour sostuvieron que aún no tuvieron acceso a la investigación de la Policía, pero no hicieron ninguna declaración en repudio del brutal crimen.
Por su parte, la empresa de seguridad que presta su servicio en ese local repudió el hecho y despidió a los empleados involucrados.
Según la Policía, las agresiones que sufrió el hombre fallecido fueron desproporcionadas y con una fuerza desmedida.
Además, sostienen que la fragilidad socioeconómica que padecía la víctima fue fundamental para que los agresores desarrollaran su violenta conducta, que le terminó causando la muerte.
Mientras que Roberta Bertoldo, una de las responsables de la investigación del hecho ocurrido en el sur de Brasil, informó que luego de un análisis coyuntural de todos los aspectos probatorios y doctrinales, concluyó que "el racismo estructural, arraigado en la sociedad, fue, efectivamente, fundamental para determinar la conducta de los imputados en este caso".
La reacción popular ante el asesinato