Los ejemplares presentaban casi la mitad de la altura promedio en su especie: unos 2,8 metros.
"La reacción inicial fue un poco de curiosa incredulidad", comentó Michael Brown, biólogo de la Giraffe Conservation Foundation (GCF) y el Instituto de Conservación de la Biología del Smithsonian al dar con estos animales inusualmente petisos.
Pero tras un estudio aplicado a ambas jirafas los especialistas pudieron determinar que las mismas padecían de un síndrome conocido como displasia esquelética, o desarrollo óseo anormal.
"El hecho de que esta sea la primera descripción de la jirafa enana es solo otro ejemplo de lo poco que sabemos sobre estos carismáticos animales", concluyó Julian Fennessy, director y cofundador de la GCF.
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