El presidente ecuatoriano Lenín Moreno decretó el martes un toque de queda en algunos sitios estratégicos del país para el gobierno horas después de que miles de manifestantes indígenas irrumpieran en el edificio de la Asamblea al recrudecerse las protestas en Quito y otras zonas de la nación andina en rechazo al alza de los precios de los combustibles
El toque de queda aplicará en los alrededores de instalaciones clave y de edificios de funciones del Estado entre las ocho de la noche y las cinco de la mañana mientras dure el estado de excepción vigente.
Poco antes, ecuatorianos furiosos lograron ingresar al edificio, donde no había funcionarios, pero poco después fueron desalojados por los policías y militares con gas pimienta mientras una multitud se mantenía en los alrededores.
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Poco después, el contralor general, Pablo Celi, en presencia de Moreno, y acompañado por los titulares de las principales instituciones del Estado dieron su explícito respaldo al mandatario en una cadena nacional.
“Es necesario diferenciar el reclamo social pacífico, legítimo y garantizado por el mandato constitucional y el orden legal de las acciones conspirativas que pretenden instaurar un ambiente de caos en el país, con ataque violentos contra personas e instituciones, destrucción de bienes públicos y privados, y toma de edificios e instalaciones estatales", dijo leyendo un documento consensuado por todos ellos.
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Añadió que las reivindicaciones de los movimientos sociales no pueden ser utilizadas por “fuerzas ajenas empeñadas en destruir el orden democrático y revertir el proceso de reinstitucionalización y lucha contra la corrupción", aunque llamó al diálogo tras advertir que investigarán, juzgarán y sancionarán a los responsables de los desmanes.