El Santo Padre salió en silla de ruedas a uno de los balcones del Hospital Gemelli, de Roma. Seguirá la recuperación en la Casa Santa Marta, en el Vaticano.
El Papa Francisco recibió este domingo el alta médica, luego de haber permanecido internado durante 37 días en el Hospital Gemelli, de Roma. El Pontífice salió en silla de ruedas a uno de los balcones del centro asistencial, desde donde bendijo y agradeció la asistencia de miles de fieles.
En un momento de sus dos minutos de aparición, Francisco pidió a uno de sus colaboradores que le acercara un micrófono para agradecerle a una señora que llevó flores amarillas. "¡Brava! ¡Gracias a todos!, expresó. Después saludó con la mano y pudo verse que aún sigue afectado por la tos.
Poco después, el Santo Padre, de 88 años, abandonó el hospital a bordo de su Fiat 500 blanco, con cánulas nasales de oxigenación de alto flujo.
Alrededor de 3.000 personas estuvieron en las inmediaciones del centro hospitalario en el tercer domingo de cuaresma para estar cerca de Francisco en su primera aparición pública desde su internamiento. Antes de su salida, los fieles gritaron varios cánticos de apoyo mientras daban palmas. "Papa Francisco", repitieron en varias oportunidades.
El Pontífice debió ser internado el 14 de febrero pasado por una bronquitis e inició un tratamiento farmacológico hospitalario, ya que las primeras pruebas realizadas demostraron una infección del tracto respiratorio. Los médicos que lo atendieron anunciaron ayer que "va a volver a Santa Marta en un alta protegida" y destacaron que "nunca fue intubado", aunque su vida "sí corrió peligro".
"El Santo Padre nunca fue intubado y siempre ha permanecido alerta y orientado. Va a ser dado de alta, como hemos dicho antes, en condiciones clínicas estables con la prescripción de seguir con su terapia parcial y un período de convalecencia y de descanso durante al menos dos meses", subrayaron los doctores.
Ingresado en el Hospital Gemelli de Roma desde el pasado 14 de febrero, a causa de una insuficiencia respiratoria aguda debido a una infección polimicrobiana, el Papa sufrió varios cuadros clínicos, como una neumonía bilateral severa.
"La vida del Santo Padre ha corrido peligro. Las terapias farmacológicas, el suministro de oxígeno de alto flujo y la respiración mecánica no asistida hicieron que registrase una lenta pero progresiva mejora haciendo salir al Santo Padre de los episodios más críticos", señalaron los médicos.
“Cuando estaba realmente mal, era difícil que estuviera de buen humor”, dijo Sergio Alfieri, que coordinó el equipo médico de Francisco durante su internación. “Pero una mañana fuimos a escuchar sus pulmones y le preguntamos cómo estaba. Cuando respondió ‘Sigo vivo’, supimos que estaba bien y había recuperado su buen humor”, recordó.