Hasta el momento de los atentados en Champs-Elysées, las elecciones que se celebran este domingo en Francia y que determinan a quiénes irán al balotaje en búsqueda del trono del Palacio Elíseo, tenían cuatro candidatos emparejados. Eso cambió en las últimas 72 horas. Como ocurrió antes de los debates presidenciales que levantaron la imagen pública de Jean-Luc Mélenchon (Francia Insumisa) y sostuvieron a Francois Fillon (Los Republicanos), todo volvió al inicio: la ultraderechista Marine Le Pen (Frente Nacional) y el liberal Emmanuel Macron (¡En Marcha!) cerraron sus campañas con una luz de ventaja sobre sus adversarios.
Los atentados perpetrados por terroristas islámicos y reivindicados por ISIS siempre sirven de argumento para los candidatos de la derecha, que suelen advertir una y otra vez cuán desprotegido está el pueblo para garantizarse el voto de los ciudadanos con miedo y la reacción de los indecisos. Así ocurrió con Le Pen. Después de los asesinatos en Champs-Élysées remarcó que “la pesadilla ha empezado una vez más”, y remató: “No se hace todo lo posible para poner a nuestros compatriotas a salvo”. Así, su discurso xenófobo y racista recobró el brío que había perdido en las últimas semanas y sumó algunos puntos en las encuestas.
Pero su principal competidor, el candidato de ¡En Marcha!, tampoco se quedó de brazos cruzados, capitalizó el momento vivido por el pueblo francés y señaló: “Viviremos de forma duradera con estas amenazas. Serán la cotidianeidad de los próximos años”. El ex ministro de Economía cabalgaba segundo llegando al debate, pero su pobre actuación en los debates le valió algunas décimas. Aun así, la polarización le favorece para llegar a la presidencia el 7 de mayo, cuando se celebre la segunda vuelta.
Algo rezagados vienen detrás Fillón y Mélenchon. Fillon, derechista y conservador candidato de Los Republicanos, navegó las turbias aguas de las acusaciones por nepotismo y llegó, incluso a pesar del descrédito de su propio partido, con aires para realizar un mejor papel en las generales de hoy.
Con algo de simpatía y una agenda cargada de simbolismo que buscaron despertar en el pueblo galo los viejos sentimientos por las emblemáticas “libertad, igualdad y fraternidad”, Macron, candidato de Francia Insumisa, se llevó los flashes del último debate y logró acaparar mucha atención. Su presencia en las redes sociales y el arraigo en los jóvenes estudiantes y en la clase obrera le significaron un empujón que lo llevó a disputar el tercer lugar con Fillón. A pesar de que se lo presenta como “radical de izquierda”, Mélenchon pertenece a un reformismo algo más progresista que el Partido Socialista del presidente François Hollande, bastante lejos de la figura de Philipe Poutou, representante de Nuevo Partido Anticapitalista y obrero de Ford que llegó a las elecciones con una agenda internacionalista y proletaria.
Lo cierto es que hoy, cuando los franceses acudan a las urnas, solo entregarán dos nombres para el 7 de mayo. Pero esos dos nombres no parecen ser otros que los de Le Pen y Macrón, los mismos que se repitieron desde los medios y que cuentan con mayor apoyo a nivel internacional. Mientras que a la ultraderechista la respalda el ala dura de la Eurozona y gran parte del aparato internacional del Partido Republicano, el liberal contó con la aprobación del ex presidente de EEUU Barack Obama y gran parte de la oposición española.
A esta altura, son muy pocos los que vaticinan una sorpresa en Francia. Pero con los antecedentes de las pasadas elecciones en EEUU y los plebiscitos negativos en distintos puntos del globo, las predicciones perdieron popularidad. Lo que sí está descartado hasta en el más descabellado de los análisis es que alguno de los cuatro contendientes se quede con el 50 por ciento de los votos y zanje la elección.
Las encuestas ponen a Le Pen y a Macrón en el balotaje. Históricamente, quienes quedan afuera de la segunda vuelta son los que eligen al presidente direccionando el voto partidario. Así ocurrió en 2007, cuando François Bayrou y Jean-Marie Le Pen (padre de la actual candidata), tercera y cuarta fuerza en la primera vuelta, volcaron sus votos para Nicolás Sarkozy, que se consagró con el 53 por ciento sobre la socialista Ségolène Royal. El mismo proceso colocó a Hollande en el Palacio Elíseo.
Por eso, con un marco previo con tintes de espanto por las declaraciones públicas que realizó Le Pen a lo largo de la campaña y con los antecedentes de Donald Trump y el Brexit aún latente, el escenario del 7 de mayo pareciera consagrar a Macrón. Pero claro, desde el 24 de abril hasta el 7 de mayo pueden ocurrir muchas cosas en Francia.
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