El continente europeo está viviendo un verdadero infierno. Es que en este verano, que se vive en el hemisferio norte del planeta, ha sido protagonista de una ola de calor histórica y alarmante para toda la comunidad internacional. Y este jueves no fue la excepción, ya que durante todo el día se registraron temperaturas récord en varios de los países que lo conforman.
Desde temprano, las autoridades de las distintas capitales y ciudades de Europa comenzaron a tomar medidas anticipando lo que podía pasar, y lo que fue: una ola de calor alarmante. Inglaterra, Francia, Bélgica y Holanda rompieron récords históricos de temperatura: en Londres alcanzaron los 37°, en París superaron los 41°, rompiendo el registro impuesto en 1947, mientras que Bruselas y Ámsterdam sufrieron casi 40°, los más altos de la historia en cada una de dichas ciudades.
Y es la “capital del amor” una de las que peores la está pasando en esta ola de calor. A tal punto de que hay temor sobre el estado de la Catedral de Notre Dame, que sobrevivió al fuego hace algunos meses pero que ahora se enfrenta a un nuevo enemigo. “Estoy muy preocupado por la ola de calor porque, como saben, cuando la catedral sufrió el incendio las vigas cayeron, pero también sufrieron por el impacto del agua de los bomberos. La mampostería está saturada de agua. Tengo temor de que las juntas o la mampostería se sequen, pierdan su coherencia, su cohesión y sus cualidades estructurales y que, de repente, la bóveda ceda”, afirmó Philippe Villeneuve, el arquitecto jefe de los Monumentos Históricos de Francia, y que será encargado de reconstruir el emblemático edificio, en diálogo con la agencia Reuters.
Las fuentes de agua se llenan de personas, que no solamente se dirigen allí por mero divertimento o turismo, sino para usarlas de piletas con el fin de refrescarse el cuerpo, expuesto a temperaturas muy peligrosas. Es que la salud es la principal preocupación en estos momentos para las autoridades europeas, en un continente que no está acostumbrado a las cifras registradas. En algunas ciudades, se empezó a repartir agua y crema solar y se abrieron centros de día para que las personas sin techo pudieran descansar y ducharse. Hay que tener en cuenta que, en 2003, en Francia fallecieron casi 15 mil personas en una ola de calor similar.
Se estima que la ola de calor sea intensa pero breve, con descensos de temperatura entre el viernes y el sábado. Sin embargo es temprano para hablar de una baja en la temperatura y, lamentablemente, no sería una sorpresa que las cifras se mantengan o, peor, sigan subiendo.
Los científicos relacionan este presente al cambio climático y la comunidad internacional está mirando con preocupación todo lo que está pasando en Europa. La pregunta clave, entonces, debería ser: ¿Qué tiene que pasar para que las autoridades hagan algo al respecto?
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