La joven de 29 años ya está de vuelta en su país, donde fue recibida por la premier Giorgia Meloni, que fue quien se encargó de comunicar la noticia. La trama secreta de una liberación que incluyó un viaje relámpago de la mandataria a Estados Unidos para reunirse con Donald Trump.
Cecilia Sala, la periodista italiana que había sido arrestada en Irán el 19 de diciembre tras haber sido acusada de violar las leyes de la República Islámica, fue liberada este miércoles. La noticia implica también un gran éxito diplomático para Giorgia Meloni, la primera ministra de Italia, ya que había trascendido que el régimen de Teherán pretendía inicialmente canjear a la joven de 29 años por un ingeniero que había sido detenido en Milán pocos días antes.
“Ha despegado hace pocos minutos, desde Teherán, el avión que trae de vuelta a casa a la periodista Cecilia Sala. Gracias a un intenso trabajo a través de los canales diplomáticos y de inteligencia, nuestra connacional ha sido liberada por las autoridades iraníes y está volviendo a Italia”, anunció Meloni en X, a las 11.40 locales, sorprendiendo a todo el mundo.
“La primera ministra expresa gratitud a todos aquellos que han contribuido a hacer posible el regreso de Cecilia, permitiéndole volver a abrazar a sus familiares y colegas”, indicó un comunicado del Gobierno que fue difundido al mismo tiempo y precisó que la premier fue quien había llamado telefónicamente a los padres de Cecilia para darles la noticia.
En medio de un clima de gran alivio en un país que vivió las últimas semanas pendientes del caso, la periodista del diario Il Foglio y de Chora Media llegó a Italia a bordo de un avión Falcon Jet de la aeronáutica italiana que aterrizó a las 16.15 locales en el aeropuerto romano de Ciampino.
Allí fue recibida por sus padres, por su pareja, Daniele Rainieri, con quien se fundió en un primer abrazo, y por Meloni y el canciller y vicepremier, Antonio Tajani. Fue Il Post, medio en el que trabaja Rainieri, también periodista, el que publicó la primera foto de Sala ya en Italia.
En la imagen la joven aparece sonriente y en buen estado. Junto a ella, de espaldas, se la ve a Meloni, quien se anotó un gran triunfo porque el caso era más que complejo e involucraba también a Estados Unidos, país al que la premier viajó para una misión relámpago el fin de semana pasado, en una visita que evidentemente, destrabó negociaciones más que complejas, y al que volverá en los próximos días.
Sala había ingresado a Irán el 13 de diciembre pasado con una visa periodística para realizar unos podcasts sobre el patriarcado. Aunque fue arrestada en su hotel el 19 de diciembre, justo un día antes del vuelo que tenía previsto para regresar a Italia, su detención se hizo pública el 27 de diciembre.
Unos días después, Irán hizo saber que el motivo del arresto había sido “quebrantar las leyes islámicas”, una acusación muy genérica que, según medios italianos, ocultaba que en verdad tenía que ver con una represalia, dentro de una trama mucho más compleja.
Teherán, en efecto, intentaba negociar con ella un intercambio con Mohammed Abedini Najafabadi, ingeniero iraní experto en drones que fue arrestado en el aeropuerto de Malpensa, Milán, el 16 de diciembre. Abedini fue demorado tras un pedido de Estados Unidos, que lo considera uno de los cómplices de un atentado contra soldados estadounidenses ocurrido en un ataque con drones en Jordania en enero de 2024.
Al comenzar el Nuevo Año, Sala dio detalles del trato terrible que estaba padeciendo en una celda de la prisión de Evin, uno de los símbolos de la represión del régimen de los ayatollah, en llamados telefónicos que le permitieron hacer a sus padres y a su pareja. “Por favor, apúrense”, pidió la periodista, a la vez que contó que se encontraba aislada en una celda, con tan solo una manta que utilizaba para apoyarse y dormir en el suelo y con una luz de neón prendida las 24 horas.
Al día siguiente, es decir, el jueves pasado, Meloni convocó a una reunión de ministros y se reunió con los padres de la joven, quienes pidieron “silencio stampa”, es decir, máxima reserva para que pudiera resolverse la cuestión. Ese mismo día, la embajada de Irán en Italia negó cualquier maltrato a Sala y dejó en claro que para resolver el caso apuntaba a un “canje” con el ingeniero iraní detenido.
Al día siguiente, en una movida que ni siquiera sabían varios miembros de su gobierno, la premier italiana se subió a un avión y viajó a Florida para reunirse en Mar-a-Lago con el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, una misión relámpago que, evidentemente, fue exitosa.