Según informó el secretario de Seguridad Pública local, Caio Bezerra, las autoridades lograron controlar la situación 14 horas después de iniciada. Además, el funcionario informó que no hubo ningún fugado. "El número de muertos y heridos está siendo levantado y hay por lo menos 10 muertes confirmadas hasta el momento", anunció la Secretaría en un comunicado.
Las fuerzas de seguridad cercaron el exterior de la cárcel y debieron esperar hasta el amanecer del domingo para irrumpir luego de que los detenidos cortaran la luz y consiguieran armas pesadas.
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El coordinador de la administración penitenciaria estatal, Zemilton Silva, dijo que habían sido constatados cuerpos decapitados, un símbolo recurrente del nivel de violencia que se vive en las cárceles superpobladas del país. Según datos de la secretaría de Estado de Justicia, tiene capacidad para 620 presos, pero su población es de 1.083.
El motín en Río Grande do Norte es el último episodio de la guerra deflagrada en las cárceles brasileñas, que las autoridades atribuyen a una disputa por el control del narcotráfico entre los dos principales grupos criminales del país: el Primer Comando de la Capital (PCC) de Sao Paulo y el Comando Vermelho de Rio de Janeiro y sus aliados.
Los diarios brasileños aseguran que la pelea en Alcaçuz fue entre el PCC y el Sindicato del Crimen, aliado del Comando Vermelho, pero las autoridades del estado dijeron en un comunicado que aún investigan "la participación de facciones" en la rebelión.