"La tercera marcha más grande de Chile" o "La tercera es la vencida", fueron las consignas para este viernes en la tarde, cuando diversas agrupaciones usaron Whatsapp, Facebook e Instagram para convocar a marchas pacíficas que buscan rivalizar con los 1,2 millones de personas que el 25 de octubre se reunieron históricamente en el centro de Santiago, y con otra no tan multitudinaria del 1 de noviembre.
A tres semanas de manifestaciones pacíficas y disturbios muy violentos, gran parte de la ciudadanía sigue pidiendo correcciones a las desigualdades, pero Chile luce perplejo ante un descalabro social que se alarga sin que sus autoridades den con la fórmula para bajar la tensión.
Pero los incidentes violentos, liderados por encapuchados que se suceden desde el 18 de octubre también han desinflado las convocatorias multitudinarias.
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"Desafortunadamente las necesidades de la gente están siendo el 'Caballo de Troya' para todo lo malo que está pasando en la calle", dijo Hernán, un conserje de un edificio de Santiago, de 60 años, indignado con la destrucción que ve a diario.
Desde aquel viernes 18 de octubre, cuando el aumento en la tarifa del metro destapó ira en las calles de Santiago, los chilenos reclaman contra las desigualdades en un país con una economía próspera de libre mercado pero con un Estado ausente o laxo en educación, salud y pensiones.
Veinte muertos y más de mil heridos dejan tres semanas de manifestaciones diarias, que muchas veces terminan en disturbios, afectando a pequeños y medianos empresarios de una de las economías más estables de América Latina.