Desde Moscú hasta Vladivostok, en el extremo este de Rusia, partidarios del activista anticorrupción Alexey Navalny, se manifestaron en las calles de unas 65 ciudades del país para reclamar la libertad del líder opositor.
Las primeras manifestaciones se produjeron en el Extremo Oriente y en Siberia, donde varios miles de personas salieron a las calles en Vladivostok, Kabarovsk, Novossibirsk y Tchita, que fueron contenidos por un imponente despliegue de policías antidisturbios.
Poco después, en Moscú, se congregaron miles de manifestantes en la céntrica plaza Pushkin. "Rusia será libre", decían los presentes, que intentaban marchar hacia el Kremlin.
Desde antes de que comenzara la protesta en la capital de Rusia, agentes antidisturbios, desplegados en gran número, ya habían detenido a varias decenas de personas e instaban a los manifestantes a abandonar la concentración declarada ilegal por el Gobierno.
Mientras algunos manifestantes arrojaban bolas de nieve a la policía, otros ciudadanos protestaban en silencio, con pancartas en las que se podía leer "No tengo miedo" o "No a la dictadura".
En Yakutsk, al sur del Círculo polar, un centenar de personas desafió al frío extremo de -50 grados para manifestarse.
Si bien no hubo cifras oficiales, más de 2000 personas fueron detenidas en una veintena de ciudades rusas hasta últimas horas de la tarde.
Las detenciones fueron particularmente violentas en Vladivostok, puerto ruso del océano Pacífico, donde los policías antidisturbios golpearon a los manifestantes con palos, informó la prensa internacional.
La policía moscovita había advertido que iba a reprimir cualquier protesta no autorizada que considere una amenaza para el orden público.
El alcalde de la capital, Serguei Sobianin, calificó a las manifestaciones como "inaceptables en medio de una pandemia".
Miles de manifestantes pacíficos fueron detenidos durante las anteriores manifestaciones multitudinarias en Moscú, en el verano ruso de 2019.
Al igual que ocurrió aquel momento, la policía rusa detuvo esta semana, antes de las movilizaciones, a los principales aliados de Navalny, dos de los cuales fueron condenados el viernes a penas de prisión de corta duración.
Un líder opositor en prisión
Navalny, de 44 años, permanecerá detenido por lo menos hasta el 15 de febrero y tiene varios procesos judiciales pendientes. Fue detenido el domingo pasado, a su regreso de Alemania, donde pasó cinco meses de convalecencia tras su envenenamiento.
A finales de agosto se sintió muy mal durante un vuelo interno, que tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en Siberia e inmediatamente fue hospitalizado de urgencia en Berlín.
Él afirma que los servicios secretos rusos lo envenenaron con un agente neurotóxico por orden del presidente ruso, Vladimir Putin, que rechazó tajantemente la acusación.
Tres laboratorios europeos también llegaron a la conclusión de que se trató de un envenenamiento. Moscú lo niega rotundamente y denuncia un complot.
Aún sabiendo que se exponía a ir a la cárcel, Navalny decidió regresar a Rusia con su esposa el pasado domingo.
Potencias occidentales exigieron su liberación pero el Kremlin rechaza las presiones, a las que considera intromisiones en asuntos internos de Rusia.
comentar