Tuvo la bendición de tener un encuentro privado y fuera de todo protocolo
con el entonces cardenal Jorge Bergoglio, -desde el miércoles pasado nuevo Papa de la iglesia católica-. Allí, la angustiada mujer recibió en mano un papelito con
un nombre y un número de teléfono.
Se trataba de Manuel Acuña, el cura luterano especialista en sanidad espiritual y
amigo personal del actual Sumo Pontífice. No era la primera vez que ocurría tal situación, tampoco la última, en el largo historial de exorcismos realizados por el hoy orgulloso "brazo expulsador de demonios" del jefe del Vaticano.
"Somos muy amigos, el santo padre es una persona extraordinaria. Nos conocemos bien, y tiene un gran respeto por la sanidad espiritual. Siempre que hablamos por teléfono o lograba hacer un espacio para recibirme, me preguntaba mucho por este tema y mi actividad, ya que
le interesó desde siempre todo lo relacionado con la sanidad. Es un gran conocedor", reconoció a Más allá del misterio el propio Acuña, aunque se mostró enigmático sobre la derivación de casos con posesiones desde la oficina de Bergoglio.
"
Hablar de eso sería comprometer al hoy Papa. Lo quiero y admiro demasiado para perjudicarlo, en lo más mínimo", dijo el sacerdote.
Pero el caso de Alejandra brinda detalles de ese esquema que se habría mantenido por años. "Yo primero concurrí a una iglesia de zona Sur de la ciudad, porque quedaba cerca de mi casa.
Ahí lo vieron a mi nene, que a esa altura ya había pasado por profesionales de la medicina, primero y luego por curanderos que me aconsejaba visitar la gente. Nadie podía hacer nada. Incluso médicos me decían que concurra a la iglesia porque había algo más", contó la mujer.
El chiquito presentaba una serie de características que
relacionaban el cuadro con una posesión demoníaca. Una de ellas, inexplicable, era que hablaba en
una lengua antigua, en arameo. Su madre, una vez convencida de que requería ayuda espiritual, acudió a la iglesia. Allí la recibieron, tomaron contacto con el niño,
sin embargo no podían someterlo a un exorcismo porque para ello se requiere de un permiso especial del Vaticano. Que no llegaba, mientras el tiempo transcurría.
"Fuimos a otra iglesia, y pasó lo mismo. Los curas nos decían que no había dudas. Pero no podían hacerlo sin permiso.
Alguien me recomendó pedir hablar con Bergoglio. Así que averigüé y fui a verlo a su oficina. No pedí audiencia, simplemente me presenté. El me recibió de manera amable. Fueron pocos minutos. Miró algunos papeles que yo tenía. Fue muy comprensivo. Me prometió una pronta solución", relató Mariana.
Pasados unos días, fue convocada telefónicamente, y al regresar le entregaron el ahora famoso papelito. "
Me dijeron que llame inmediatamente, que allí encontraría una pronta salida al problema", agregó Alejandra.La comunicación, por supuesto, fue instantánea y la solución pareció vislumbrase muy pronto. El sacerdote Manuel, que recibe estos casos en su parroquia El Buen Pastor de la localidad de Santos Lugares, la convocó para el mismo día. "Fueron tres las sanaciones. Ya en la primera, mi hijo cambió profundamente.
Se le había ido algo en la mirada, una cosa siniestra que tenía y que daba escalofríos. Cuando terminó el exorcismo, todo se modificó para nosotros. Nos cambió la vida, y mi nene pudo comenzar a desarrollar una vida normal. Siempre vamos a estar agradecidos con ambos sacerdotes, Bergoglio y Acuña. Fueron una bendición en nuestros caminos", explicó la mujer.
Al margen de esta historia, el cura Acuña lleva más de 200 exorcismos registrados. Muchas de estas historias fueron reflejadas en estas páginas durante los últimos años y recorrieron el mundo. "Es un orgullo la amistad con el Papa Francisco. Aprendí mucho de él en todo este tiempo.
Cada palabra suya, consejo, abrazo y contención, los llevo guardados en mi corazón. Me considero su hijo, y voy a poner todo el empeño en que sus mensajes trasciendan a nuestra comunidad. De eso se trata, de llevar la palabra de Dios por todos lados" confesó el sacerdote.
"Me emocionó muchísimo la elección de sus pares. El mismo se descartaba, pero Dios eligió a través de sus hijos. Fue hermoso cuando pidió a los concurrentes que rezaran por él. Todos lo hicimos, y lo hacemos. Creemos con firmeza que desarrollará un papado extraordinario, abriendo las puertas de la institución a los más necesitados, a los excluidos y marginados. Es un honor compartir este tiempo con él, y más aún como argentinos.
Hay mucho por hacer", expresó el padre Acuña, con mucha emoción.