Los hermanos Frank y Jesse James continuaron la guerra civil por sus medios. Habían sido hombres de la guerrilla de Quantrill y Bill Anderson. El fin del conflicto no puso término a sus correrías, que incluyen por lo menos 20 robos a empresas federales. Si bien, eran protegidos por sus vecinos, no eran los Robín Hood del Oeste. Nunca repartieron su botín. El precio sobre su cabeza tentó a uno de sus secuaces, que terminó matando a Jesse por la espalda.

No menos de 200.000 dólares habían acumulado los hermanos James, hijos de un predicador bautista que habían sufrido un ataque feroz en su hogar de Missouri a manos del ejército federal. Por tal razón decidieron unirse a la guerrilla confederada y una vez finalizada la guerra, continuaron hostigando al enemigo, atacando bancos y trenes con violencia inusitada.

Cuando volvían de sus incursiones, seguían cuidando sus granjas. Ambos eran buenos padres y esposos (Jesse estaba casado con su prima). Después de 10 años de correrías, el gobernador de Missouri, Thomas Critteden, ofreció una recompensa de 10.000 dólares por la captura “vivos o muertos” de los James, una cifra que tentó a Robert Ford, un joven integrante de la banda. Pensaba que con esa plata podría comenzar una nueva vida.

El 3 de abril de 1892, Robert y Charles Ford visitaron a Jesse en su granja. Estaban preparando un nuevo golpe. Ese día Jesse James se enteró por el diario del asesinato de Wood Liddil, un amigo de los Ford. Sin embargo, ni Robert ni Charles Ford mencionaron el tema. Jesse James sospechó que algo tramaban, pero estaba desarmado. Se levantó, y sin decir una palabra se dirigió hacia una pared a limpiar un cuadro. Fue entonces que Robert Ford le disparó por la espalda, ultimándolo instantáneamente.

En ese instante, Jesse James se convirtió en leyenda. Pero ninguna historia está completa sin conocer el día después. Frank se entregó al gobernador, pero pasó poco tiempo en prisión. Vivió con su madre, trabajó como telegrafista para AT&T, fue criador de caballos y accionista en una empresa que promovía el espectáculo de Buffalo Bill. Murió a los 72 años.

Los Ford tuvieron menos suerte. Casi no pudieron cobrar la recompensa porque se les hizo imposible vivir en Missouri. Charles se suicidó dos años después y Robert debió establecerse en Creede, Colorado, donde abrió un “Saloon”.

Un día de junio de 1892, un hombre llamado Edward o Kelley, después de saludarlo, lo asesinó a sangre fría. Era, de una forma u otra, la venganza por la muerte del mayor de los hermanos James.

Jesse fue enterrado en Kearney, Misuri. Su madre escribió en su epitafio.

En memoria de mi amado hijo asesinado por un traidor y cobarde cuyo nombre no merece ser mencionado aquí

BIO

Omar López Mato es oftalmólogo, escritor e investigador de la historia y el arte. Es columnista y colaborador en varias publicaciones, revistas y diarios. En radio fue conductor del programa radial Hablemos de Historia (desde 2006 a 2009), y actualmente participa del programa Tenemos Historia. En televisión dirigió y condujo de la serie Males de Artistas y del programa Ojo Clínico, ambos emitidos por canal Metro, además realizó la columna “Historias de la Historia” en el programa Alto Nivel. Es padre de cinco hijos.Su sitio web es https://www.historiahoy.com.ar/

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