En algún momento, algunos se animaron a tildarlo de "pecho frío". Él no contesta porque los micrófonos son para los que quieren discutir cuestiones subjetivas, para los que quieren rebajarse al terreno de los detractores y envidiosos. La "Pulga" dibuja en la cancha y sus números hablan por él.
Real Madrid, rival del Barcelona, es el equipo que más lo sufrió: le gritó 21 goles en 28 partidos; 12 de ellos, en el Santiago Bernabéu, el estadio fuera de casa donde más goles festejó. Lo sigue Atlético Madrid, porque cuando juega contra equipos débiles deja que sus compañeros se luzcan. Al "Colchonero" le anotó 20 veces en 22 encuentros.
Iker Casillas es el arquero que más veces fue a buscar la pelota adentro del arco. Sus caras de frustración son un clásico cada vez que se miden las dos potencias españolas. Hasta ahora, fueron 17 las veces en las que Iker no pudo hacer nada ante una genialidad del rosarino.
Cuando vuelva a hacer un gol de local, llegará a los 200 en el Camp Nou. Sí, obvio: es récord del club.
En su casa de Castel de Fells tiene 19 pelotas: una por cada hattrick en Liga. Está a tres de Zarra y Di Stéfano, los líderes en el rubro. Pero en Champions League hizo algo que nadie logró: cinco goles en un partido, contra el Bayer Leverkusen, en un 7-1 en 2012.
Son diez años de goles de Messi en Barcelona. Diez años en donde lo vimos nacer, desarrollarse, brillar. Lo disfrutamos tirado a la derecha, desparramando rivales como si fuera un niño con sus juguetes; nos sorprendimos cuando se paró entre los centrales y se ató la pelota en los botines para explotar su infalible gambeta corta en velocidad; y nos adaptamos, incluso, a verlo más atrasado, en su nuevo rol de asistidor. Porque Messi también es armador: acumula 100 pase-gol con la camiseta blaugrana.
A todo esto, recién cumplió 27 años. Hay Messi para rato. Barcelona, todavía, lo seguirá disfrutando.