Nos purificaron con el mejor Doom Metal... Candlemas, una de las bandas más legendarias en la historia del género a nivel mundial, fundada en 1984 en Estocolmo por el bajista Leif Edling, pisó por primera vez el suelo argento y nos regalaron una noche hermosamente memorable. Parafraseando con el primer disco - Epicus Doomicus Metallicus- , fue ¡Epicus! Los suecos hicieron valer cada año de espera de los que amamos el Doom.
Es cierto que la formación que vino a estos pagos ya no es esa que escribió los capítulos más importante de la leyenda; pero los actuales Candlemass hicieron valer cada uno de los días de las últimas décadas donde nos manijeamos a más no poder con todas sus creaciones.
Y también cada peso que pusimos hasta lograr que en la puerta del Roxy se cuelgue el cartelito de soud out (obvio que tener a Sauron y Dragonauta como invitados sumó a rolete). La expectativa era bestial, y el show tuvo cada una de las letras de este último término. Una bestialidad en puesta, expresión, ejecución, y en la elección del setlist. ¡Gracias por el viaje!
Candlemass - Gimena Cuenca.Y los que hoy ocupan los lugares del bajista original, y los cantantes emblemáticos (Candlemass tuvo cinco), estuvieron más que a la altura de las circunstancias. Zarpados músicos, acordes a los más de 30 años de historia que tiene Candlemass. Mats Leven -que ya había pasado por la banda en otros tiempos, reemplazando a Robert Lowe- es crack al frente del mic.
Un frontman con dejos del mágico Ronnie James Dio que la rompe toda, toda. Un registro y una potencia interminable. Y el sr. Lord K. Philipson -el multiintrumentista encargado de ocupar las cuerdas de Leif-, tremendo bajista, con un peso gigante y enormes recursos técnicos.
Candlemass - Gimena Cuenca.¿Y la gente? Prendida fuego. De principio a fin de la noche. Desde que copó el Roxy temprano para escuchar a nuestra leyenda, Sauron, cantarle el feliz cumple al gran Pato Larralde en sus 50 abriles, y disfrutar del vuelo cósmico de JB Larralde en la viola. Desde que los Dragonauta tiraron sus primeros acordes hasta el último, y demostraron el gran momento que viven.
Y por supuesto, desde que Candlemass pisó el escenario para regalarnos una hora y media de show. Puños y cuernitos en alto con el huracán de riffs que sacudió Palermo, y headbanging en cada rincón, todo el tiempo. ¡Agite total! Una atmósfera densa, oscura, y plagada de rostros satisfechos.
Y más con el setlist que tiraron los suecos, infectados de clásicos. Un arranque tremendo con "Mirror Mirror", y luego una catarata de trompazos en la pera: "Bewitched", "Prophet", "A Cry from the Crypt", "Emperor of the Void", "Under the Oak", "At the Gallows End", y "A Sorcerer's Pledge".