C Á T E D R A... Una verdadera cátedra del maestro y leyenda Glenn Hughes en su vuelta a la Argentina. Una clase intensa de rock, glamour, onda, de cómo transitar el escenario y hacerlo propio en cada paso, gesto, silencio, y quilombo, claro. Ese que tanto nos gusta... ¡Qué bueno estuvo! Más o menos 90 minutos de rock and roll de la vieja escuela en un power trío con sonido modernizado que viajó como loco. Hubo un detalle: el amigo se confundió en la letra del explosivo Stormbringer -justo en este tema, viejo y querido Glenn-; pero al maestro Glenn se le perdona todo.
Absolutamente todo. Y ojo, no se crean que se le perdona todo por las páginas doradas que escribió en la historia del bendito y mágico rock and roll con sus 65 años sobre el lomo. Eso claro que le da una espalda gigante. Pero además, el tipo hoy arriba del escenario "es él". Tan intenso como siempre. Con tantos años en la escena universal rockera, las tablas son su mundo. Y es el fuckin rey en ese mundo. Un rey con corona, que encima agradece a cada paso, en cada canción al que está abajo.
En Vorterix, les agradeció a todos. Ya sea al que juntó el mango para extasiarse con su música, o al invitado, prensa, organizador o laburante del teatro. Bocha de veces juntó las palmas, se reverenció y tiró un -creíble- "I love you, Buenos Aires". Se lo vio muy cebado a Hughes con las diferentes generaciones de argentinos que estuvieron en Colegiales.
En imagen, Glenn Hughes - Guido Adler.
La sonrisa que esbozó en cada "Olé, olé, olé, olé...Glenn Hughes, Glenn Hughes", se asemejó a esa que tiene pibe que se para frente a la primera guitarra de su vida y sueña con tocar sus primeros acordes. O a la sonrisa impagable e irreproducible de ese nenito rubio de pelo largo de unos 10 años que estaba "a caballito" en los hombros de su padre, emocionado hasta la médula por ver al ídolo de su viejo y que ahora también se había transformado en el suyo.