Desde
que Jorge Bergoglio fue condecorado como Papa y rebautizado bajo el nombre de
Francisco, Natalie Weber y Mauro Zárate se plantearon un deseo: que su hija Mía
sea bendecida por su santidad.
Los días pasaron y la pareja no podía concretar
su anhelo por los compromisos laborales que el jugador de fútbol mantiene con
La Lazio.
Terminado el campeonato, el delantero está tras los pasos de disfrutar de su tiempo de descanso y eso, por supuesto, incluye a sus dos debilidades: su esposa e hija. Ahora si, sin ningún impedimento de por medio, se acercaron hasta el vaticano para contemplar la arquitectura y religión en torno al lugar.
Y como frutilla del postre y clara muestra de su perseverancia en la Plaza San Pedro, Mauro y la pequeña bebé recibieron con mucho cariño y destacable afecto la bendición del representante de Dios en la tierra. "Fue una experiencia increíble, imposible de olvidar, de las más importantes que hayamos vivido", resumió la modelo, entre lágrimas de emoción. En el nombre del padre...