El Hospital Penna, tal como pasó con muchas unidades sanitarias en la Ciudad de Buenos Aires, se inició para tratar de atender la gran cantidad de demanda de salud por parte de la población que a fines del siglo XIX había crecido de manera significativa y ya necesitaba de nuevas unidades.
La epidemia de fiebre amarilla, que se dio en Argentina en 1871 y que mató al 8 por ciento de la población porteña, fue lo que terminó de impulsar la creación del centro de salud.
Su antecedente inmediato fue la Estación Sanitaria de Nueva Pompeya que en 1905 ya tenía su sala lista para dar respuesta a los vecinos. Esta estación fue clave para ayudar en el momento de descontrol de la epidemia y demás enfermedades pero con el tiempo quedó obsoleta y necesitaba un cambio.
Después de algunas reuniones con personalidades del Gobierno, el 11 de marzo de 1926 se decidió poner la piedra fundamental del Hospital de Nueva Pompeya y el 22 de diciembre se inauguró con la presencia del Presidente de la Nación Marcelo Torcuato de Alvear.
Según los registros que aún quedan en el mismo Hospital fue exactamente el 26 de enero de 1927 a las 10 de la mañana cuando abrió sus puertas y recibió al primer paciente. En aquel entonces tenía 2 salas con 26 camas cada una, una de ellas de Clínica y la otra de Cirugía, además de los consultorios externos.
Tal fue la demanda y repercusión que en apenas un año de estar en funcionamiento, el hospital comenzó a crecer y fue a principios del 1928, gracias a donaciones y a la colaboración de muchas personalidades destacadas que valoraban la importancia de semejante centro de salud, que se construyeron la maternidad y cirugía de mujeres, aparte de urgencias y sala de operaciones, rayos, laboratorio y el pabellón de odontología.
El Hospital empezó a quedar chico en cuanto a espacio y por eso a fines de ese 1928 se decidió anexar dos manzanas linderas que se destinaron a caballeriza, cocheras y dependencias. Fue justo en ese mismo año cuando se decidió cambiar el nombre, de Hospital de Nueva Pompeya a “Dr. José María Penna”.
A medida que el tiempo iba pasando y la gente se acercaba al lugar, el Hospital iba creciendo y se incorporaron los consultorios de clínica médica, piel, proctología, ginecología, urología, cirugía y cirugía menor. Ya para comienzos del año 1930 el Hospital tenía consultorios de oftalmología y nariz, garganta y oído.
Pero justamente la tremenda crisis económica internacional del 30 provocó en nuestro país otra crisis similar y por eso se le encomendó al doctor Domingo Iraeta la organización de todo lo relacionado con los servicios de maternidad del hospital José Penna para poder seguir adelante.
Las cosas se hicieron a la perfección y a mediados del 40 se recibió la donación Mouras con la que se inició la construcción de lo que hoy es el pabellón principal del hospital; que se destinó no solamente a tocoginecología, sino que lo ocupan actualmente otros servicios como clínica, ortopedia y traumatología, urología y terapia intensiva.
El Hospital es sin dudas un punto de referencia del barrio y no solo atiende a los vecinos de Pompeya y Patricios sino que recibe pacientes de diferentes puntos del país.