El Palacio. Así bautizó el pueblo quemero a su estadio. Y así se lo conoce en el mundo del fútbol. Con su entrada principal ubicada sobre la avenida Amancio Alcorta 2570, el escenario de Huracán está emplazado en Parque Patricios y tiene una capacidad para 48.813 espectadores con dos de las populares más grandes de nuestro país. Sobre el campo de juego de 105 metros por 70 brillaron los mejores exponentes de nuestra pasión. Pero además allí también se realizaron conciertos, actos políticos y hasta sirvió para filmar películas: entre ellas, El secreto de sus ojos, la ganadora de un Oscar.
En 1924, Huracán ocupó en calidad de inquilino los terrenos de la esquina de Alcorta y Luna. La apertura del primer estadio allí situado se produjo el 17 de agosto de ese año, con un partido en el que goleó 4-0 a Colón por 4 a 0. En ese momento, las tribunas de madera podían albergar hasta 12.000 personas, y fue bautizado con el nombre del presidente honorario de la entidad, Jorge Newbery. En esa cancha el Globo se consagró campeón de los torneos de 1925 y de 1928.
Habían pasado 36 años de la fundación del club, cuando los integrantes de la Comisión Directiva solicitaron al gobierno un crédito de 700 mil pesos para adquirir el predio de la avenida Alcorta que ya venían alquilando. El préstamo fue otorgado tras la presentación de las garantías de los terrenos que el club ya poseía en Nueva Pompeya. El 26 de octubre de 1941, en Amancio Alcorta 2570, entre Luna y Monasterio, un grupo de obreros comenzó a trabajar para levantar un nuevo estadio para reemplazar el de madera que estaba allí.
Casi 6 años después, el 7 de septiembre de 1947 Huracán y Boca jugaron ante 80 mil espectadores. El estadio Tomás Adolfo Ducó era testigo del 4-3 a favor del Globo. De todas maneras, se inauguró oficialmente el 10 de noviembre de 1949 con un triunfo 4-1 sobre Peñarol, que tenía la base de la selección uruguaya que concretó el Maracanazo ante Brasil en 1950. En el 67, el estadio fue rebautizado con su actual nombre en honor al Teniente Coronel Tomás Adolfo Ducó, el presidente más trascendente (lo fue en varios períodos) de la historia del club, y principal impulsor de su construcción.
En el 77, fue remodelado, con la realización de palcos y cabinas de transmisión, más cómodas y de mejor ubicación, en el sector medio de la platea Alcorta (también bautizada con el nombre de Jorge Newbery). La misma tiene 4.413 butacas de cemento, distintas a las de cualquier estadio de nuestro país. La de enfrente, la Platea Miravé, que durante algunos años estuvo clausurada dispone de 4.400 lugares. En la misma está el sector Herminio Masantonio, goleador histórico del club con 254 goles. En tanto que la popular local de la calle Luna, llamada Oscar Ringo Bonavena, tiene capacidad para 19.000 personas. La visitante (llamada Guillermo Stábile, campeón dos veces en la era amateur con esos colores) puede recibir a 21.000.
Al ingresar al Palacio, por la puerta principal, cerca de donde los futbolistas tienen contacto con la prensa al final de cada partido, se encuentra una impactante vitrina llena de trofeos. El más importante que consiguió el club fue el del Metropolitano 1973, con César Luis Menotti como técnico y futbolistas de la talla de Carlos Babington, Omar Larrosa, René Houseman y Miguel Angel Brindisi. El día de la consagración fue con una derrota ante Gimnasia. Poco importó: fue el momento de mayor gloria para Huracán y para un equipo que había enamorado a muchos por el brillo desplegado en todas las canchas, principalmente en el Palacio Tomás A. Ducó, una de las casas más lindas de nuestro fútbol.