Con solo plantarse en la puerta y mirar las paredes ya se siente un inevitable aroma a tango, con fragmentos de canciones, la letra entera de la inspirada poesía de Homero Manzi que le da el nombre al museo y un busto del artista orgullo de la barriada de Pompeya. Por semana, en la época de clases, van hasta 300 chicos por semana. "Pero estar lejos del circuito turístico no nos ayuda a que venga más gente", siente Plotnicki.
Pegado al museo, Gregorio tiene un local de venta de ropa para trabajo. Allí nos recibe y nos invita a pasar a conocer la historia que cuenta con pasión. "La casa se hizo en 1925 y se está viniendo abajo. El techo está hecho con bovedillas. Vigas y ladrillos. Hay un deterioro general que no puedo manejar", cuenta Gregorio, quien está cerca de cumplir 80 abriles, y se queja: "Las mujeres que venían a limpiar cada vez se llevaban más cosas de recuerdo... o sea, se las robaban. Cuando vienen los chicos ensucian como en el colegio. Pero acá no hay portera, tengo que limpiar yo. Y la inseguridad es un problema peor. Antes abría sábados y domingos. Ahora no. Capaz los sábados a la mañana...".
"Yo quiero morirme en el museo", sentencia el creador, aunque se lo ve fuerte, lejos de la despedida. "Soy coleccionista desde los 5 años -añade-. Bolitas, figuritas y la filatelia, estampillas. Ese fue mi primer amor. Yo iba al ombú del Parque Rivadavia, cerca de donde vivo ahora en Caballito. Luego seguí con libros antiguos, numismática (monedas), pinacoteca (pinturas)... Siempre coleccionaba cosas y me interesaba la historia de mi familia. Mis padres eran judíos polacos que vinieron a la Argentina en el 28 y se pusieron una carpintería. Yo nací acá en el 37. Tenía muchas cosas, por ejemplo fileteados. Fui muy amigo de León Untroib, para mí, el más grande fileteador que hubo en este país. Era polaco. Tengo 50 trabajos suyos. Soy el más grande coleccionista de su obra en el mundo. Acá no tengo los originales porque me los quisieron robar. Un día un tipo se quiso llevar el de Gardel, pero lo rescaté. Entonces mandé a hacer gigantografías. Los originales se los di a mis hijos. Untroib vivía de eso. Era amigo de mi papá. Y yo se los encargaba. Por ejemplo los de Gardel, Homero Manzi, Aníbal Troilo... Una vez le pedí un fileteado de San Lorenzo y Huracán, pero él era de Racing, se encaprichó y me hizo Racing y San Lorenzo". Gregorio recuerda visitas ilustres a su museo: Nelly Omar, Horacio Ferrer, Mariano Mores, Argentino Ledesma, José Gobello y Mosquera Montaña.
En la sala previa a la principal se destacan el aljibe, el buzón y una puerta cancel con la imagen de Carlos Gardel y Lola Mora. "En la sala principal del museo estaban la habitación de mis padres y la mía", recuerda Plotnicki.