En la larga lista de muertes por el fútbol en el país, fue la primera vez que los máximos referentes de una barra brava ordenaron una ejecución “elaborada” hasta el último detalle. Hay seis acusados y el 5 de setiembre se conocerá el fallo.
El 30 de octubre iba a cumplir 30 años. En aquel agosto de 2007, Gonzalo Acro estaba preocupado. Sabía que los hermanos Schlenker lo tenían en la mira. Gonzalo había pasado gran parte de su vida yendo cada domingo a ver a River, pasión que había heredado de su padre y de gran parte de su familia. Era “millonario” desde la cuna. Era, por entonces, un líder natural, aunque sin pretensiones, en la hinchada del club de Núñez. Gonzalo Acro se convirtió, hace cuatro años, en la primera víctima de un homicidio por encargo en el marco de la violencia que jaquea al fútbol local. Si bien el deporte más popular registra, lamentablemente, una larga lista de muertos en nuestro país, nunca antes había ocurrido un crimen planeado hasta el más mínimo detalle y ordenado por los máximos referentes de una barrabrava. El 5 de setiembre próximo, el tribunal que juzga la brutal ejecución de Acro, finalmente, dará a conocer el veredicto y la eventual sentencia. Los acusados son los hermanos Alan y William Schlenker y Martín “Pluto” Lococo, como presuntos instigadores del asesinato. Mientras que Ariel “Colo” Luna está sindicado como el autor material, y como coautores Rubén “Oveja” Pintos y Pablo “Cuca” Girón. El 11 de febrero de 2007, en el sector de quinchos de River y antes de un partido con Lanús, se enfrentaron dos facciones de Los Borrachos del Tablón. Los seguidores de los hermanos Schlenker pelearon con el grupo liderado por su ex socio, Adrián Rousseau. Fue una batalla campal que, como sucede muchas veces, terminó con un sobreseimiento para todos, por prescripción de la causa. Ese fue el primer encontronazo de una seguidilla de hechos que terminaría con el siniestro plan homicida. El 7 de agosto, Gonzalo fue a practicar boxeo en el gimnasio Urquiza, en Rivera 5.158 de Villa Urquiza. Cerca de las once de la noche se retiró con su compañero Osvaldo Gastón Matera, quien también resultó herido en el ataque. “Salimos caminando, doblamos la esquina y a mitad de cuadra siento que Gonzalo me quiere advertir algo y me dice uy, uy, uy. En ese momento levanto la vista y lo veo a Ariel Luna que venía disparando”, declararía en el juicio, y luego de varios titubeos. Acro recibió un disparo en un muslo, que le impidió correr. Reducido, casi inmóvil, se le acercaron y lo ejecutaron de dos balazos en la cabeza. Gonzalo fue llevado al hospital Pirovano, donde ingresó con pérdida de masa encefálica. Con apenas 29 años, su vida se apagó a las 7.20 del 9 de agosto. La investigación del asesinato fue extremadamente compleja. La gran cantidad de protagonistas, además del temor de los testigos, complicaron, y mucho, el trabajo del fiscal José María Campagnoli y del juez Luis Rodríguez. De todas maneras, la causa avanzó poco a poco. Escuchas telefónicas, cruces de llamados y declaraciones llevaron a un grupo de barras al banquillo de los acusados. El presunto autor material, Luna, fue uno de los últimos en caer detenido. Y la captura, además de una serie de situaciones previas, parece sacada de una película de espionaje. La secuencia fue la siguiente: en noviembre de 2008, una mujer entregó a los medios un video casero, en el que aparecía Luna. “Decidí hacer esto porque estoy podrido de que hagan una historia de lo que pasó”, comenzaba diciendo. En la grabación, reconocía ser el autor de los disparos, pero aseguraba que había sido en defensa propia y además desvinculaba a los demás barras de River. Era, en definitiva, una mentira bien planeada. Lo único real, y concreto, era que él había disparado. Poco antes, Luna había quedado grabado en otro video. Se trataba de una cámara de seguridad de una joyería de Barcelona, a la que había ingresado a asaltar junto a una banda de delincuentes, todos aparentemente argentinos. Y se había mudado a Italia, donde vivía en una pequeña localidad, junto a su novia, utilizando un pasaporte falso a nombre de Francisco Martínez Rivera. Hasta allí habían llegado los investigadores buscando el origen de una encomienda que había recibido un familiar directo de Luna. Lo capturaron y lo enviaron de inmediato a la Argentina. Los hermanos Schlenker, al igual que otros acusados, llegaron excarcelados al juicio oral, pese a la gravísima acusación que pesaba en su contra. Pero Alan, el mayor de los hermanos y ex líder de “Los Borrachos del Tablón”, tuvo que volver por algunos días a prisión, pero por otro caso. Mientras se desarrollaba el juicio por el crimen de Acro, un fiscal de San Isidro ordenó la detención de Schlenker, acusándolo de haber asesinado a un presunto vendedor de drogas, que había baleado a su hermano William, en el año 2001 en un asentamiento de Munro, en Vicente López. Se lo llevaron preso del Tribunal, aunque semanas después recibió otro beneficio: fue excarcelado bajo fianza. Los hermanos Schlenker, Lococo, Luna, Girón y Pintos escucharán el 5 de septiembre próximo el fallo del tribunal oral en lo criminal 15. Por estas horas, los jueces se encuentran analizando el voluminoso expediente. En pocos días se sabrá si, finalmente, se le podrá dar un duro golpe a la mafia que rodea al fútbol y se hará justicia por el brutal asesinato de Gonzalo Acro.
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