Pero expresaron bastante más, directo a la médula del problema: "Una vez mas la violencia de género en nuestros barrios. Nuevamente el macho que se cree que es dueño de la mujer. Años de violencia en esta familia pobre donde ella no se animaba a denunciarlo pensando en su nena Giuliana de dos años, en no tener donde ir, en no tener como sostenerse económicamente. Una historia que se repite a diario. En el 2013 se registraron 295 femicidios en el país. ¿Cómo puede ser que cada 30 horas muera una mujer víctima de femicidio?".
Las hijas e hijos de las mujeres asesinadas no sólo pierden a su madre, sino que muchas veces deben enfrentar el trauma de seguir en contacto con los femicidas, mientras se encuentran detenidos (con visitas al penal) o bien compartiendo una misma vivienda cuando recuperan la libertad. Esto ocurre mientras se pide la modificación del Código Penal para que se prive de la patria potestad a los padres condenados por femicidio.
"Los niños y niñas víctimas del femicidio deben sobrevivir al horror, han sido víctimas de la violencia y testigos del asesinato de la propia madre. Han convivido con la violencia extrema, en muchos casos la han padecido físicamente, sexual y en todos los casos psicológicamente. Han estado en permanente situación de riesgo, en una alerta continua", se describe en los fundamentos del proyecto de ley presentado por La Casa del Encuentro ante el Congreso de la Nación.
También se afirma que "resulta estrictamente necesario establecer que el hombre que fuera condenado por el femicidio de la madre de sus hijos, quede automáticamente privado de todos los derechos que conlleva la patria potestad", agregando que "las niñas, niños y adolescentes son víctimas colaterales de este delito que deben ser protegidos por el estado y por sobre todo, ser considerados sujetos de derecho". Un caso paradigmático: el 6 de julio de 2013, en la localidad bonaerense de Pilar, Virginia Miguel (34) fue asesinada en un ataque con arma blanca perpetrado en el interior de su casa por su pareja Julio Herrera, que dos días antes la había desvanecido a golpes y mediante estrangulamiento. La mujer estaba embarazada y tenía ocho hijos. "La mató como a un chanchito", relató Rocío, una de las nenas de la víctima. Al igual que sus hermanos fue testigo directo de la aberrante situación con su madre gritando antes de ser degollada.
"Estas niñas y niños, necesitan recuperar su salud psíquica y en algunos casos física luego de todo el sufrimiento que han vivido a lo largo de sus vidas y sobre todo luego de perder a su madre. Si ha existido un femicidio, es evidente que el estado no ha intervenido como corresponde a fin de evitar esa muerte, por lo cual, al menos luego de ella ocurrida debe asegurar que las niñas y niños víctimas colaterales de ese delito puedan ejercer sus derechos reconocidos. Una vida libre de violencia es posible, para ello debemos implementar todas las herramientas que el Estado tiene en sus manos a fin de hacerlo realidad", se manifiesta en el proyecto de La Casa del Encuentro.