Un entrenador de fútbol recibió una condena ejemplar de 24 años y seis meses de prisión por haber abusado de tres niños mientras era profesor en un canchita del Barrio 31 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Los jueces Juan Ramos Padilla, Cecilia Maiza y Gustavo Goerner consideraron que el acusado, de 49 años, era responsable de los delitos de “abuso sexual simple agravado por ser el imputado el encargado de la educación en grado de tentativa”; en concurso real con “abuso sexual con acceso carnal agravado por ser el imputado el encargado de la educación reiterado por lo menos en tres oportunidades que concurren realmente entre sí, los que a su vez concurren idealmente con el delito de corrupción de menores agravado por ser el imputado el encargado de la educación”; en concurso material con “abuso sexual simple agravado por ser el imputado el encargado de la educación”; y en concurso real “con abuso sexual con acceso carnal agravado por ser el imputado el encargado de la educación”.
En tanto, en su alegato, el fiscal Sandro Abraldes consideró que el imputado desplegó un avasallamiento total sobre las víctimas: “No los reconoció como personas, fueron para él cosas que sirvieron para desplegar sus deseos sexuales”.
En su alegato, el representante del Ministerio Público relató hace dos semanas los hechos que sufrieron las tres víctimas.
Dos de ellos son hermanos y realizaron su declaración mediante Cámara Gesell, mientras que el otro declaró durante el debate pues ya era mayor de edad.
Todos los episodios de abuso ocurrieron mientras el hombre ejercía como entrenador de fútbol en una canchita del barrio 31.
La fiscalía refirió un patrón de conducta del imputado: mencionó que llevaba a las víctimas a los mismos lugares para concretar los abusos y que buscaba esos sitios para garantizarse impunidad.
Marcó también las formas en que las amenazaba para que no contaran nada y que incluso llegó a decir que tenía una enfermedad en la cabeza que solo se podía curar si una de las víctimas tenía relaciones sexuales con él. “Se acercaba a niños carentes de figura paterna y se ponía en ese rol como forma de lograr su propósito”, agregó el fiscal.
“Llevaba adelante una estrategia de seducción y silenciamiento: utilizaba la manipulación y un sistema de supuestas recompensas y reconocimientos”, describió el representante del Ministerio Público Fiscal.
Además el acusado asignaba las capitanías de modo arbitrario, lejos del criterio deportivo y por “favoritismo”.
Mencionó “los regalos” que hacía el entrenador a los niños a los que había seleccionado: botines, camisetas, plata y hasta, en una oportunidad, un teléfono celular. Todo esto era parte de su maniobra para mantener en silencio a los niños, argumentó.
“Los testimonios de las víctimas coinciden en abordaje, en modalidad, en el tipo de niños elegidos para las agresiones y en los lugares en los que fueron abordados”, remarcó la fiscalía. “Era un lobo cuidando a las ovejas, unas ovejas que carecían de todo: de afecto, de figura paterna, de cosas materiales que la sociedad les restriega todo el tiempo como forma de validación”, sostuvo.
Los fundamentos de la sentencia se conocerán el próximo 7 de abril.