Juan Percowicz y otras 16 personas integrantes de la Escuela de Yoga de Buenos Aires (EYBA) irán a juicio oral en la causa que investiga una supuesta asociación ilícita dedicada a la trata de personas.
La medida contra los integrantes de la “Secta de Villa Crespo” fue dada a conocer este martes por el juez Ariel Lijo. La asociación actuaba en la Ciudad de Buenos Aires, pero sus ramificaciones llegaron a los Estados Unidos, a ciudades como Las Vegas, Chicago y Nueva York.
A través de fundaciones para el lavado de dinero y filiales dedicadas a la difusión de las actividades en la Argentina captaban de adeptos que eran enviados a la “clínica” CMI Abasto, en las que se realizaban las “curas de sueño”.
La secta criminal fue investigada por primera vez en 1993, cuando Percowicz fue acusado de cargos similares a los que enfrenta ahora: captación de personas para someterlos a explotación sexual y laboral.
La secta tuvo sus inicios en los años ‘80 cuando era una escuela de filosofía, de yoga y cultura New Age: la Escuela de Yoga de Buenos Aires (EYBA).
La entidad estaba liderada por Juan Percowicz, apodado "Papito", "Ángel" y "Maestro", y buscaba obtener ganancias millonarias por medio de la explotación sexual de mujeres tras la fachada de una escuela de yoga ubicada en el barrio porteño de Villa Crespo.
Durante la investigación se determinó que al menos 30 mujeres -diversas edades- fueron víctimas de explotación sexual luego de haberse acercado a EYBA tras un búsqueda espiritual.
En sus declaraciones, las víctimas declararon que lo hacían "por su propia voluntad" pero eran utilizadas para prestar servicios sexuales agrandes empresarios. Esto le permitió a la organización comandada por Percowicz lograr ingresos por unos US$ 460 mil mensuales.
Según se pudo determinar en base a las declaraciones, la organización tenía una estructura basada en jerarquías en la que, para ascender, las mujeres debían mantener relaciones con hombres de poder. Así, podían pasar de "humanos comunes", en los primeros niveles, a "Alumnos", "Genios" y luego "Apóstoles".
Además, las mujeres eran llamadas "plantitas", ya que formaban parte del negocio llamado "Botánico", nombre con el que se ocultaba la explotación sexual de las víctimas, que tenían como clientes a empresarios en Buenos Aires, Nueva York, Chicago, Las Vegas y Londres. Además de la prostitución, su tarea era influenciarlos para que hicieran aportes económicos a la secta.
Un segundo grupo, más selecto, eran las llamadas "novias", que eran prácticamente reducidas a la servidumbre y debían responder a empresarios y convertirse en "alfombra para sus pies". Las que no alcanzaban a generar la suma exigida por mes por Percowicz debían pagar una multa.