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Los jurados entendieron que el empresario fue el responsable del crimen de su mujer, Claudia Schaefer.
El jurado popular decidió condenar este martes por unanimidad al empresario Fernando Farré por el crimen de su esposa Claudia Schaefer, hecho por el cual fue sentenciado a prisión perpetua.
El veredicto del jurado popular conformado por 12 integrantes decidió que Farré es culpable por el delito de "homicidio doblemente calificado por el vínculo y femicidio", acusación que había hecho la fiscalía y con la que había llegado al juicio.
Ahora serán el juez quien tendrá que dictar la pena para la sentencia condenatoria, pero se prevé que Farré tendrá que pasar 35 años preso.
“Es una sensación de alivio”, sostuvo Sandra, hermana de la víctima tras la lectura del fallo. Visiblemente emocionada y temblando, la mujer aseveró que su cuñado “de loco no tenía nada. Sabía perfectamente lo que estaba haciendo”.
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Además, contó que el acusado jamás se contactó con la familia para conocer cómo estaban sus hijos, en relación a la carta que leyó ayer Farré en la que le pedía a sus descendientes que lo llamaran o que lo visitaran.
“Ha sido un fallo ejemplar. Nunca subestimamos al jurado”, sostuvo también emocionada la fiscal del caso, Laura Zyseskind, quien aplaudió la sentencia, y agregó: “Realmente impagable el jurado, han venido a todas las jornadas, se han empoderado, y los vimos retirarse con lagrimas en los ojos”.
En tanto, el presidente del jurado dijo que “las pruebas fueron contundentes” y opinó, sobre las palabras finales del ahora condenado, que “si lo que quiso fue conmover, no lo consiguiò”.
Este empleado, de 35 años y de nombre Gonzalo, dijo que esta tarde fue elegido por sus pares para actuar como presidente del grupo de 12 jurados que desde el 29 de mayo oyó los testimonios y sopesó las pruebas presentadas durante el proceso.
Gonzalo consideró que condenar a Farré a la pena máxima del Código Penal “estuvo bien decidido”, aunque admitió que “el momento del veredicto se puso tenso”, lo que fue visible para los presentes en la sala del entrepiso de Ituzaingó 340, ya que le temblaron las manos y la voz antes de leer el veredicto.