Cada año, es un volver a empezar para Argentina en materia de Copa Davis. Es un volver a rendir un examen tras otro, sin que se reconozcan méritos anteriores. Puede llegarse a la obtención de la "ensaladera de plata" y al año siguiente, irse al descenso tras perder en primera ronda y luego en el repechaje por la permanencia, algo de lo que se salvó Argentina en 2014, cayendo un campeón tradicional como España, por ejemplo.
Argentina viene rindiendo exámenes año tras año y en los últimos, sin una figura descollante. Por eso, el debut en la edición 2016 ante Polonia, del 4 al 6 de marzo en Gdansk, en estadio cerrado (el Ergo Arena, 10.600 espectadores) y en superficie dura y rápida, se presenta harto complicado.
Y sin mirar más allá, hacia cuartos de final, donde se daría un cruce contra Italia o Suiza, o sea, por lógica, contra Federer y Wawrinka... Sin Juan Martín del Potro, quien una vez más abre lugar a la incógnita y las conjeturas -tiene previsto su regreso justamente hacia marzo y con otra duda proviniendo de ausencias anteriores, la de Juan Mónaco, el equipo argentino afirma su base en su mejor tenista ranqueado, Leonardo Mayer, y en Federico Delbonis, equipo que completan Diego Schwartzman y uno que ya se reduce a jugar el dobles, Charly Berlocq. Enfrente, en el equipo de Radoslaw Szymanik estará Jerzy Janowicz, su mejor valor; Michal Przysiezny y Lukas Kubot, más el aporte de un excelente doblista como Marcin Matkowski.
Y como todas las últimas series, para Argentina pinta difícil. Aguardar qué pasará con Mónaco e ilusionarse a futuro con una vuelta de Delpo a un nivel de élite es apresurar las expectativas hasta un punto inconveniente.
Argentina arrancará la Davis 2016 en principio con un equipo capaz de ganar o perder contra cualquiera. Aunque el horizonte de este año no se vea tan claro.