Alberto Fernández hace este renunciamiento porque le tuercen el brazo, porque no le queda otra. Sin tropa que lo defienda y sin sector dentro del Frente de Todos que pida por él.
Y ahí se suman los últimos episodios con fuerte repercusión y que terminaron desgastando su figura: lo que pasó con su jefe de asesores, Antonio Aracre, que renunció en medio de operaciones todavía no esclarecidas, la queja de Sergio Massa por lo que el tigrense interpretó como una desestabilización de su propia gestión como ministro de Economía y el anuncio del gobernador Axel Kicillof que amenaza con separar la elección general en Provincia de Buenos Aires y que lo obligaba a Alberto a armar sus propias listas si quería ir a competir.
Y… era como mucho. Eso en primer lugar. En segundo lugar, desde el punto de vista de lo estructural del escenario, Alberto es intrascendente.
Lo es porque en realidad, aun cuando él fuese candidato eventualmente dentro del Frente de Todos, no es competitivo. O sea, solamente tiene para ofrecer que es uno de los más conocidos, sencillamente porque es el presidente, pero no más que eso.
Y además, si por alguna extraña razón hubiera podido ser el candidato del Frente de Todos, probablemente se hubiese quedado sin ningún tipo de apoyo interno que le permita reunir voluntades, movilización y adhesiones a su candidatura.
Luego creo que dentro del Frente de Todos, probablemente fuera de Cristina Kirchner, era la figura que, junto con Massa, más plataforma de sustentación tenía. Porque es el presidente de la Nación y junto al ministro de Economía, son los más conocidos.
¿Los otros candidatos? Wado de Pedro tiene un bajo nivel de conocimiento, a Daniel Scioli se le pasó el cuarto de hora y mide muy poco, Agustín Rossi es casi un desconocido electoralmente, Juan Manzur y Jorge Capitanich no tienen proyección nacional y Kicillof en principio estaba fuera de esta carrera, abocado a la Provincia de Buenos Aires. Y a por supuesto, la figura de Massa, y con él se acababa la grilla.
O sea que la salida de Alberto, lo único que implica es un reacomodamiento de preferencias electorales dentro de los votantes del Frente de Todos. Y no más que eso. Despeja una incógnita, lo cual ayuda desde el punto de vista de la política, pero es coyuntural porque después está la fuerte cuestión de que el lunes los problemas en la Argentina siguen y que están más allá de las internas políticas.
Las internas políticas no le hacen un favor a la economía que, obviamente, no se calma porque se despeje una disputa política en el oficialismo. Sobre todo en estas condiciones, en donde lo que cuentan es la disponibilidad de dólares.
Carlos Fara es consultor político
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