A través de la analogía entre el personaje de "Bombita" (del filme Relatos Salvajes) y Javier Milei, el analista político Gustavo Marangoni brinda su visión sobre el discurso pronunciado el viernes pasado por el Presidente ante la Asamblea Legislativa.

Relatos Salvajes

Hace exactamente diez años “Bombita”, la genial creación de Damián Szifron, nos anticipaba el poder de la furia del ciudadano común. El personaje interpretado por Ricardo Darín, un laburante honesto y harto de las pequeñas injusticias cotidianas, se rebelaba con violencia contra “el sistema”, colocando explosivos en el baúl de su auto, sabiendo que, inexorablemente, sería llevado por una grúa corrupta e impiadosa, cómplice en los negociados con el gobierno de turno. Terminaba en la cárcel, pero convertido en un héroe popular. Claro que, en la ficción, y también en la realidad, se ganaba el cariño y el reconocimiento de la audiencia. Era el momento de la película en el cual los espectadores aplaudían con más entusiasmo a nuestra versión de Charles Bronson, el “vengador anónimo” que imponía personalmente la justicia a los criminales.

Una década más tarde “Bombita” es presidente en la persona de Javier Milei y aprovecha cada oportunidad para someter al escarnio a todos aquellos que una parte importante de la sociedad considera culpables de sus pesares y sufrimientos.

La Asamblea Legislativa fue el decorado para que se representara, una vez más, un guión tan básico como efectista: “no hay plata porque se la robaron los políticos chorros e ineficientes”. Simple y contundente, nada demasiado elaborado. Y allí radica su fuerza: en la brevedad y la claridad del mensaje. Si no aparecen las soluciones, al menos se expone a los responsables.

Los aumentos y la recesión, según la palabra presidencial, corresponden en su totalidad a los “jinetes del fracaso”, es decir a los dirigentes que gobernaron la Argentina de estos años.

Después del escarnio reiterado, el presidente dejó para el final de su discurso un “presente griego”: el “Pacto de Mayo”, una convocatoria a los gobernadores para firmar en Córdoba el 25/5 un acuerdo con diez políticas de Estado.

Se trata, por supuesto, de una propuesta que solo puede ser rechazada porque constituye un acta de capitulación. La oposición debería confesar por escrito su culpabilidad y suscribir todos y cada uno de los objetivos del gobierno. La previsible falta a la cita y el no acompañamiento al nuevo paquete de medidas “anti-casta” probarán, de acuerdo a la versión libertaria, la degeneración fiscal de sus oponentes.

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A sabiendas de que los próximos tres meses serán muy duros por la escasez de pan, estiman que el circo ayudará. El presidente seguirá presentándose como el héroe reparador y sus críticos lo señalaran como su villano favorito. El “León” libertario se enfrentará en la arena del Coliseo virtual para devorarse a los odiados gladiadores de la política ante una muchedumbre sedienta de espectáculo. Al menos eso incitan a creer los jóvenes expertos oficialistas en comunicación, que celebraban eufóricos desde sus ubicaciones privilegiadas en los palcos del Congreso cada uno de los rugidos emitidos desde el atril justiciero.

Años atrás, cuando CFK rodeada de coreografía camporista rigoreaba a la oposición, el atril estaba en la Casa Rosada. Un verdadero homenaje a la sentencia de Oscar Wilde: “cuídate de los enemigos que elijes, te terminarás pareciendo mucho a ellos”.

ADEMÁS: Paquete "anticasta" y un pacto innegociable/ Por Carlos Fara

Despertares

Robert De Niro y Robin Williams protagonizaron en 1990 “Despertares”, una película basada en la historia del Dr. Oliver Sacks que narra el descubrimiento de los efectos temporales de una medicación para pacientes catatónicos. Una droga (L-Dopa) logró sacar de un largo letargo a los enfermos, aunque con resultados transitorios. Lamentablemente, luego del “despertar”, todos regresaron a la condición previa al tratamiento.

Los gobernadores argentinos, que por muchos años se recluyeron en sus distritos, rompieron su aislamiento y se manifestaron -con la única excepción del tucumano Jaldo- enfáticamente contra las drásticas medidas de ajuste tomadas por el Presidente. Quien más fervor demostró fue el damnificado chubutense Ignacio “Nachito” Torres acompañado por sus colegas, temerosos del efecto dominó sobre la coparticipación. El oportuno fallo de un juez evitó que, por el momento, la crisis espiralice.

¿Será la motosierra el instrumento que saque de la modorra política a los jefes provinciales? Luego de la presidencia fundacional de Alfonsín, los gobernadores ambicionaban llegar a la Casa Rosada. Menem y Kirchner lo lograron por las urnas compitiendo y Duhalde (en el 2001 hombre fuerte de Buenos Aires) por una Asamblea Legislativa después del reinado semanal de Adolfo Rodríguez Saa. De allí en más el Sillón de Rivadavia se reservó para Jefes de la CABA (De La Rúa, Macri), políticos profesionales (CFK, Alberto Fernández) o un outsider como Milei.

¿La reacción desde el bolsillo -al que Perón socarronamente llamaba la víscera más sensible- constituirá el regreso definitivo al escenario nacional? ¿O estamos presenciando sólo una reacción vandorista (golpear para negociar) que busca cerrar rápidamente la cuestión para volver a la tranquilidad de sus Ínsulas Baratarias?

La resolución dependerá en buena medida de la vocación presidencial para mantenerlos o no en el corazón de la denostada casta. De la liga de gobernadores que se reunía en el pasado para rescatar al país de la crisis a esta nomenklatura señalada desde el oficialismo como corresponsable del déficit en el presente han cambiado muchas cosas. Menos la Argentina.

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