Queremos crear una regla que sea aplicable para el caso de Julio De Vido y para todos los que vengan en el futuro, sin cometer arbitrariedades que se puedan cuestionar después en la justicia”, dijo la diputada radical Carla Carrizo al explicar su preferencia por el desafuero del ex ministro de Planificación Federal y no su expulsión.
Carrizo, segunda candidata a diputada nacional por la Ciudad junto a Martín Lousteau en lista de Evolución, planteó también su discrepancia con la conducción de la UCR a la que acusó de “subordinarse” frente al estilo hegemónico del Pro.
-En el caso De Vido, usted ha expresado una postura que no es exactamente la de Cambiemos.
-Sí, fue la de Cambiemos. Lo que pasa es que como estamos en campaña algunos lo presentaron desde otro lugar. El primer proyecto para excluir a De Vido lo presenta el radicalismo, el diputado Eduardo Costa apoyado por mí y otros diputados. En julio de 2016. Después vinieron los proyectos de Stolbizer y de Carrió. Lo cierto es que el año pasado no estaba la decisión política de expulsarlo, esa decisión surgió este año cuando el fiscal Stornelli le pide al juez Rodríguez que lo desafore y que le dicte la prisión preventiva.
-Con Ricardo Alfonsín proponen el desafuero por el artículo 70 de la Constitución, en palabras simples, ¿qué dice ese artículo?
-Dice que cuando un legislador tiene procesos por delitos, la Cámara lo puede desaforar. Lo entrega a la Justicia y hasta que no termina esa causa no puede volver. Es como decirle al juez: actúe. Si lo excluimos nos quedamos conformes como un gesto político, pero no va a la justicia y el juez puede seguir manejando la causa. Con Alfonsín nos preguntamos si el mecanismo fue estudiado, si la Corte ha fallado en contra, si va a servir para otros casos. Entonces, por qué no hacemos lo que la Constitución dice en el art.70, que no nos hemos animado a usar. El único antecedente de sospecha de delito contra la administración es el de Angeloz (Eduardo). La única diferencia es que él pidió su desafuero y acá lo pedimos todos. La idea es interpelarnos en serio y crear una regla para éste y los casos que vengan.
-Regla que podría operar en el caso de Cristina si es elegida senadora...
-Exacto. No hay ninguna arbitrariedad, es lo que dice la Constitución. Es un procedimiento que no está cuestionado por la Corte como la exclusión, que sí lo está por tres pronunciamientos del tribunal Supremo: uno durante el gobierno de Alfonsín y dos durante el kirchnerismo.
-¿El temor de ustedes es que si lo expulsan, el caso se termine judicializando y allí pese el criterio de la Corte expresado en esos fallos que cuestionan la expulsión?
-Al contrario de lo que se instaló en la prensa...
-En el radicalismo hay voces críticas hacia la conducción partidaria, a la que acusan de sometimiento al PRO.
-El radicalismo tomó la decisión de la construcción de Cambiemos para darle equilibrio a la Argentina, para terminar con la lógica de la hegemonía. Muchos radicales estamos enojados con los radicales que están dirigiendo o que tienen la voz de los radicales en Cambiemos, pero tienen una voz que no nos estaría representando bien. Y por esa mala representación de la dirigencia nacional frente a la coalición ocurre esto que decimos, que hay radicales que están excluidos. El caso de la Capital es emblemático pero hay otros lugares. Queremos con Evolución en la Ciudad decirnos radicales con nombre propio, queremos competir en la Ciudad y que Evolución se constituya como una línea interna nacional como en su momento lo fue Renovación y Cambio, en el ‘72. Nos molesta la lógica de partido hegemónico del PRO dentro de la coalición, pero nuestro enojo no es tanto con la gente del PRO sino con los propios dirigentes radicales.
-¿El germen de ese malestar no hay que buscarlo en aquella Convención radical de Gualeguaychú en 2015, donde se decidió ir a una coalición sin reglas de funcionamiento?
-No es tanto Gualeguaychú. Lo que no se dijo allí -y no se dijo todo-, tenemos años para ir escribiéndolo. Lo cierto es que la conducción nacional del radicalismo ha elegido una cooperación subordinada y nosotros queremos una cooperación competitiva: misma voz, mismos derechos. Queremos discutir visiones, políticas públicas.
-¿Cuáles son las áreas legislativas en las que más trabajó?
-El tema infancia, adolescencia y mujer es la agenda de la Argentina pendiente. Sobre todo porque son dos actores colectivos, la mujer y los niños, que históricamente fueron invisibilizados. Decía Pablo Gerchunoff, el gran economista, que la revolución de las mujeres es equivalente a la revolución industrial. Las mujeres argentinas hoy trabajamos mucho, en 41% de los hogares de la Argentina somos jefas de hogar. Somos el 53% de la población. De modo que las mujeres de este país damos mucho en el ámbito público y privado, y recibimos poco. Queremos discutir la asimetría salarial: 27% de diferencia en algunos sectores y hasta 40% en el país donde los sindicatos son los más fuertes de la región. Y en materia de infancia y adolescencia queremos designar al Defensor del Niño. Vamos por una ley que exija estándares de calidad mínimos en todo el país para todo el sistema de cuidados en la Argentina. Que son los hogares de cuidados para niños con problemas de responsabilidad parental, familias de alojamiento, centros de primera infancia. Y los sistemas semiabiertos de encierro que componen el régimen penal juvenil. Queremos un Estado que cuide con calidad cuando tiene a cargo a los niños y adolescentes.
-Fue autora de un proyecto que propone un reparto 50/50 y “uno y uno” en las listas electorales.
-Un gran logro del año pasado. Este 9 de septiembre será el “día D” para el tratamiento del proyecto, donde formamos una gran coalición interpartidaria de mujeres para defenderlo. El slogan fue “los derechos no tienen partidos, tienen razones”. Se pudo hacer con Vidal en la provincia. El 51% en la nación y el 53 % en Ciudad marcan que las mujeres somos mayoría. No es un capricho, ni un privilegio; las mujeres tenemos derecho a competir en la mismas condiciones de igualdad.