La ex presidenta de la Nación Cristina Kirchner busca en estas elecciones volver al escenario en el que pasó de ser la senadora díscola del PJ a portavoz oficialista cuando ocupaba el rol de primera dama.

Cristina Fernández de Kirchner busca regresar al Senado, en el que ya representó a las provincias de Santa Cruz y de Buenos Aires en tres períodos separados y en el que ocupó roles antagónicos: fue la legisladora díscola del peronismo y resistida por su propio bloque en el gobierno de Carlos Menem y luego la voz del Poder Ejecutivo en el recinto desde mayo del 2003, cuando su marido Néstor Kirchner asumió como presidente de la Nación.

En la campaña para las PASO del próximo domingo la actual candidata a senadora por Unidad Ciudadana, de 64 años, dio escasas definiciones sobre los proyectos que quiere privilegiar en el Senado, las funciones que buscará asumir y, sobre todo, para qué busca regresar a la Cámara alta.

La ex mandataria fue senadora nacional por la provincia de Santa Cruz por primera vez en 1995, con 42 años, hasta 1997; luego volvió a ser senadora en 2001 por el distrito patagónico durante cuatro años, y en 2005 resultó elegida para seguir ocupando una banca como senadora, pero entonces en representación de la provincia de Buenos Aires, hasta 2007, año en que se puso la banda presidencial.

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A pesar de haber participado como diputada de la Convencional Constituyente de 1994, Cristina juró como senadora peronista en 1995, en medio de un gran desconocimiento de su figura por parte de la dirigencia política, incluida la de su propia fuerza política; era entonces una más en el bloque peronista de aquel viejo Senado.

Cristina Kirchner se fue haciendo un lugar en el Senado y manteniendo una fuerte presencia en los medios de comunicación, con eje en una oratoria confrontativa, con marcados rasgos de independencia de criterio para criticar medidas de la administración Menem, con quien pese a todo también supo intercambiar coqueteos en momentos que el entonces gobernador Néstor Kirchner elogiaba públicamente al riojano.

En cualquier caso, sus diferencias y críticas a temas que el Ejecutivo consideraba clave, le costaron muchos enfrentamientos con el entonces presidente provisional del Senado, Eduardo Menem, el jefe de bloque del Partido Justicialista, Augusto Alasino, y otros referentes de su mismo espacio político como Jorge Yoma y Edgardo Bauzá, entre otros.

Desde 1995 a 1997, Cristina Kirchner se opuso al arreglo por los Hielos Continentales; la prórroga del Pacto Fiscal II; la privatización del Banco Hipotecario; criticó la venta de armas a Ecuador; y rechazó el ingreso al Senado de Ramón Saadi; pero su negativa a votar el proyecto de ley de creación del Consejo de la Magistratura fue lo que terminó con la paciencia del menemismo, al punto de ser expulsada del bloque PJ y de todas las comisiones que integraba.

Aunque pesaba sobre ella el aislamiento y la indiferencia del PJ, Cristina Kirchner logró ser nombrada miembro de la comisión bicameral que intentó investigar distintos casos de corrupción de la década de 1990, cuando se conoció con las entonces diputadas Elisa Carrió, Margarita Stolbizer y Graciela Ocaña.

Luego de su primer agitado paso por el Senado, la ex presidenta fue votada por el 73 por ciento de los santacruceños para ser diputada nacional en 1997, lugar que mantuvo hasta el 10 de diciembre de 2001, cuando volvió a formar parte de la Cámara alta, días antes del estallido económico con el llamado “corralito” y del “que se vayan todos”.

En su segundo período en el Senado -de 2001 a 2005- vivió dos primeras etapas, fue crítica del gobierno de Fernando de la Rúa y luego del peronista Eduardo Duhalde.

Con la llegada de Néstor Kirchner a la Casa Rosada, Cristina Kirchner se convirtió en una oficialista acérrima, un papel al que no estaba acostumbrada pero que cumplió con naturalidad.

Desde su bancada y liderando lo que se denominó el Grupo Calafate, junto a otros legisladores, Cristina Kirchner se la puso fea al duhaldismo cuando se opuso a la sanción de la ley de Emergencia Pública y de Reforma del Régimen Cambiario; o derogar la ley de Subversión Económica; el Plan Bonex; y la reforma de la ley de Quiebras; entre otras.

Esta posición contraria a las iniciativas que impulsaba Duhalde también le valió que algunos reclamaran su expulsión del bloque peronista en el Senado, un pedido que se deshilachó cuando su marido llegó a lo más alto del poder.

Con Néstor Kirchner en la Presidencia, Cristina ocupó la presidencia de la Comisión de Asuntos Constitucionales aunque, en realidad, manejaba los hilos de esa bancada, sin ser presidenta provisional ni jefa de bloque.

Se recuerda especialmente de su paso como senadora, y ya en condición de primera dama, cuando le enmendó la plana públicamente a Daniel Scioli, entonces vicepresidente de Néstor Kirchner y presidente del Senado, por su “falta de conocimiento del trámite legislativo”.

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