De punta a punta, fue el personaje de la semana. Elisa Carrió arrancó el domingo en la mesa de Mirtha, siguió su raid mediático en los días sucesivos, y el jueves desayunó con el Presidente, ya bosquejando lo que será la nueva campaña electoral que la tendrá como protagonista. Socia principalísima de Cambiemos, sin cargo en el Gabinete pero con poder de veto no solo en el Congreso, la líder de la Coalición Cívica vuelve a ocupar la centralidad de la política argentina, a pesar de habérsele vedado participar en la elección que más le interesaba y para la que se venía preparando desde que comenzó a mostrar públicamente interés por el devenir bonaerense.
Bien se sabe que el macrismo es reticente a contradecirla, por lo que hubiera sido un problema que Carrió se resistiera a no cambiar su dirección en el padrón electoral, pues el gobierno se plantea que la protagonista principal de “la madre de todas las batallas” no sea ella, sino su as de espadas, María Eugenia Vidal, sin contrafiguras fuertes que le compitan.
“Lilita es más pragmática de lo que imaginan”, sintetizó ante este medio un encumbrado dirigente del PRO al asegurar que siempre estuvieron convencidos de que la líder de la CC “haría lo más conveniente para Cambiemos”. Competirá entonces en el distrito natal del PRO, con la etiqueta de Cambiemos y enfrentando a Martín Lousteau, sobre el que por estos días se escuchan calificativos gruesos en el seno de Cambiemos, pero prefieren no pronunciarlas en público para evitar que la sangre llegue al río, resentir la relación con los radicales y, sobre todo, subirle el precio al ex ministro de Economía.
Porque eso es justamente lo que el oficialismo tratará de evitar, y la propia Carrió lo mostró en una de sus entrevistas, en la que ninguneó a su futuro rival diciendo: “¿Vos te creés que yo voy a discutir con un chico?rdquo;.
No obstante, el ex embajador en Washington es un rival de cuidado cuya candidatura, por más enojo que despierte en el gobierno, le rinde frutos, pues la polarización invisibiliza al resto. Y el valor adicional que tiene el desplazamiento de una figura como Carrió a la Capital Federal y la perspectiva de una elección atractiva es ampliar los focos de atención para las próximas elecciones: que no estén todos puestos en la Provincia, sino que haya otros distritos que despierten expectativa en octubre.
Desde el 1º de abril el optimismo viene creciendo en las filas oficiales, pero con los pies en la tierra un dirigente bonaerense de experiencia en los armados territoriales detallaba en la semana que en ese distrito el final está abierto, y la apuesta estará puesta en polarizar con el kirchnerismo. O más específicamente “con el pasado”, ya que la elección será ‘entre el pasado y el futuro; hay que aprovechar el contexto’, detalló la fuente, que exhibió una encuesta de Aurelio que tiene a Cambiemos y el FpV igualados en 32 puntos y al massismo 10 puntos abajo.
Si bien el Presidente se había mostrado reticente a que los ministros formen parte de las listas, todo indica que Esteban Bullrich será una de las contadas excepciones. Es el que quiere Vidal y el propio titular de la cartera de Educación ya dejó de lado su renuencia. Irá al Senado, un ámbito donde Macri quiere reforzar el peso específico del color amarillo, y es probable que termine así presidiendo el interbloque oficialista, hoy en manos del radical Angel Rozas, que está inmerso en el Chaco en una ácida pelea con el PRO y la CC por la denominación Cambiemos. Además, Bullrich no es cualquier ministro, sino el de Educación, el eje de una pelea central que está dando el gobierno en general y la gobernadora en particular con los gremios docentes, que no están llevando las de ganar.
Frenaron los paros, una herramienta que quedó muy desgastada, y reforzaron la presencia en la “escuela itinerante” frente al Congreso, que obtuvo en la semana un permiso para extender su estadía allí. El lugar suele estar lleno de gente y es un polo de atracción, pero restringido a los militantes y adherentes propios, que por el claro tono antimacrista que exhibe lo convierte en una suerte de polo opositor que no despierta ni por lejos la empatía que supo generar la Carpa Docente de los 90. Más bien, en muchos casos, sucede lo contrario.
En ese contexto otro conflicto docente -y de otros gremios estatales- crece de manera exponencial en la cuna del kirchnerismo, Santa Cruz, provincia en la que aún no han podido comenzar las clases y donde la propia ex presidenta vivió en carne propia en las últimas horas la tensión ascendente allí. Mal momento para hacer comparaciones.
Como muestra la encuesta de Aurelio, claramente Sergio Massa está preso de la polarización y ha optado las últimas semanas por mantener un perfil bajo poco frecuente en él, pero que le ha resultado conveniente en las presentes circunstancias. Si hasta dicen que desde que está en silencio subió un par de puntos. En el Frente Renovador no exageran la preocupación y por el contrario recuerdan los momentos más complicados de la campaña presidencial de 2015, cuando varias veces se lo imaginó fuera de carrera, y en cambio logró reponerse y mantuvo un buen caudal electoral. Pero salió tercero, enfatizan las voces insidiosas.
El ex intendente de Tigre se pronunció a través de Twitter condenando al régimen chavista por la crisis en Venezuela. Pero ahí le saca ventaja el presidente Macri, que ha reforzado su perfil crítico respecto del gobierno bolivariano en el marco del endurecimiento que viene exhibiendo en diversos frentes desde el 1A. El mandatario argentino lidera en la región la corriente contra Nicolás Maduro y el jueves ese será uno de los temas que abordará en su encuentro con Donald Trump.
Sobre la crisis en Venezuela y con el objeto de seguir polarizando y exhibir las contradicciones de la oposición, el oficialismo intentó el martes pasado realizar una sesión especial a la que solo asistieron diputados de Cambiemos y algunos aliados. La convocatoria sonaba algo extemporánea ese día, pero los episodios trágicos posteriores en el país caribeño revalorizaron luego la reunión frustrada. El llamado, que buscarían repetir esta semana, estuvo otra vez dirigido a polarizar con el kirchnerismo, que respalda a Maduro, pero también a dejar del mismo lado al massismo, a sabiendas de que se negaría a asistir a esa sesión.
“Los errores de la oposición han vuelto a poner al Presidente en el centro del ring”, sintetizó uno de las principales referentes legislativos de Cambiemos, convencido de que la radicalización opositora operó como factor aglutinante del oficialismo en particular y de quienes lo apoyan en general.
En ese contexto, se entiende que haya sido dejado de lado un precepto clave para toda campaña: la economía define las elecciones. En este caso, según razona el analista Rosendo Fraga, el gobierno ha llegado a la conclusión de que si bien habrá una mejoría, no será tan notoria como para ser determinante en esta elección. Ergo, la herramienta electoral será la política, y la vía la polarización con el kirchnerismo (‘el pasado’).
Una alta fuente del Ministerio de Hacienda ratificó el viernes ante DIARIO POPULAR lo “indispensable” que resulta para el gobierno ganar esta elección, justificó la necesidad de mantener el gradualismo, y salió al cruce de los economistas ortodoxos que fustigaron al gobierno los últimos días por el excesivo déficit fiscal. “Cuando estuvieron, algunos de ellos no duraron 15 días en el gobierno”, replicó, para poner énfasis luego en la necesidad de contar con una ley de Responsabilidad Fiscal que entre otras cosas comprometa a todos los gobernadores, junto con la Nación, a contener el gasto.
Eso tiene que pasar por el Congreso, y seguramente será después de las elecciones. Otra razón para destacar la importancia de no perderlas.