Sergio Massa, ministro de Economía y candidato a presidente de Unión por la Patria (UxP), se enfrentará a Javier Milei, quien representa a La Libertad Avanza (LLA), en el próximo balotaje que se realizará el 19 de noviembre para definir al próximo presidente de la Nación.
Aunque los dos candidatos fueron los más votados en las elecciones del último domingo, Massa con el 36,68% y Javier Milei con 29,98%, restan unos trámites legislativos formales para avanzar en la convocatoria a la segunda vuelta. Con los datos del escrutinio definitivo, la Cámara de Diputados y el Senado de la Nación se reunirán el jueves de la próxima semana en Asamblea Legislativa para proclamar las fórmulas en competencia.
Los votos válidos para las elecciones se dividen en dos categorías: los afirmativos y los blancos. Los afirmativos son los que eligen por alguna de las opciones electorales disponibles, y los blancos, que es cuando en la urna se deposita el sobre vacío o con un papel de cualquier color, sin inscripciones ni imágenes.
Es importante explicar que el voto blanco es válido porque “representa una manifestación de la voluntad del electorado de abstenerse de elegir entre las diversas propuestas formuladas en un sistema legal de sufragio”. De esta manera, se busca expresar disconformidad con la oferta electoral vigente y las propuestas formuladas por los partidos políticos al momento de la elección.
Sin embargo, el voto “nulo” es otro tipo de pronunciamiento. Se trata de aquel sufragio emitido mediante boleta no oficializada, o mediante boleta oficializada que contenga inscripciones y/o leyendas de cualquier naturaleza, salvo los supuestos de voto válido.
En el balotaje, el voto en blanco no tiene efecto alguno sobre el resultado de la votación. Por lo tanto, emitir sufragio de esta manera no implica beneficiar indirectamente a ningún candidato en particular.
En la segunda vuelta, solo se consideran los votos afirmativos por alguna boleta partidaria. La fórmula presidencial que sume más votos individuales es la que resultará vencedora, independientemente del porcentaje o la cantidad de votos blancos, impugnados o nulos.
Ahora bien, ¿por qué a veces se afirma que el voto en blanco puede beneficiar “al candidato más votado”? Se trata de una situación que se aplica a otro tipo de elecciones, no al próximo balotaje.
Por ejemplo, en las elecciones generales como la del pasado domingo 22 de octubre, el voto en blanco se excluye del conteo y solo se consideran los votos afirmativos. Para el sufragio en la categoría presidencial, que los sobres vacíos no se contabilicen en el cómputo, mejora la probabilidad de que el candidato más votado pueda conseguir el mínimo umbral de un 40% de votos (y los 10 puntos de diferencia con el segundo) para ganar en primera vuelta. En esa competencia, importaban los porcentajes porque la proporción de votos se divide sobre la cantidad total de votos afirmativos.
La Constitución Nacional establece, desde 1994, que los votos tanto en las elecciones generales como en el balotaje se deben contar sobre los “votos afirmativos válidamente emitidos”, es decir, los que eligen a una boleta de candidatos. En la elección del 19 de noviembre, el voto en blanco se cuenta como una manifestación política más, solo a fines de registro.
El domingo 22 de octubre se contabilizaron 554.161 votos en blanco, lo que representó el 2,04% de los sufragios válidos totales. Los votos nulos, por su lado, alcanzaron los 224.864 papeletas, el 0,81% del conjunto de votos emitidos.
En el balotaje se utiliza el mismo criterio que en las elecciones generales. Si bien lo único relevante es cuál de las dos fórmulas obtuvo más votos, el Código Electoral Nacional establece que resultará “electa la que obtenga mayor número de votos afirmativos válidamente emitidos”.
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