Parece que en la Casa Rosada les volvió el alma al cuerpo, luego de que en las últimas horas verificaran en las encuestas un emparejamiento de Cambiemos con Cristina Fernández de Kirchner, en esta elección que de final cabeza a cabeza.
La buena nueva habría tenido lugar tras el gran raid mediático de María Eugenia Vidal, que se ha cargado la elección sobre sus hombros.
Igual, es un día a día que recién se resolverá cuando se abran las urnas el próximo domingo. Ese día se acabará el misterio, pero de todas formas lo que suceda no será definitivo, pues la elección que cuenta es la de octubre. Aunque bien se sabe que una cosa es arrancar el camino a las elecciones generales con un triunfo en la Provincia, o en última instancia una derrota ajustada, y otra muy distinta una diferencia elevada.
Las fuentes oficiales dicen que la ventaja de la ex presidenta llegó a ser de casi cinco puntos. Es lo que alcanzan a reconocer.
Todo es muy cambiante: hubo un tiempo no lejano en el que había gente de Cambiemos que deslizaba su esperanza de que “la victoria” oficialista no fuera “demasiado amplia”, cuestión de no encumbrar demasiado a Marcos Peña. Eso decían. ¿Cómo se llegó entonces a esta situación en que el oficialismo no deja de mirar a la ex presidenta desde atrás?
Pasa que esa ventaja supuesta se imaginaba cuando estaba fresca la división del peronismo en la Provincia. ¿Cómo no imaginar que eso se traduciría en una fuerte dispersión del voto peronista, divididos en tres como se presentaban?
Lo cierto es que en ningún momento Cambiemos tuvo semejante margen de ventaja, partiendo simplemente de lo que muestran los antecedentes. Basta remitirse a los resultados de hace apenas dos años. Es verdad que contra todos los pronósticos María Eugenia Vidal venció entonces al peronismo, pero ese resultado tuvo sus bemoles.
El 9 de agosto la hoy gobernadora fue la candidata más votada en las PASO, alzándose con un 29,95% de los votos. Aníbal Fernández, ganador de la interna kirchnerista se alzó con un 21,21%. Sumados, los candidatos del Frente para la Victoria llegaban a un 40,40%; diez puntos más que Cambiemos. Pero con Aníbal a la cabeza, “Heidi” se transformó en gobernadora el 25 de octubre con un 39,42% de los votos, contra un 35,28% de su rival.
En el oficialismo nunca se imaginaron igualando semejante cifra en estas elecciones, pero sí tomaron ese 35% como núcleo duro kirchnerista. Si fue lo que alcanzó a tener un candidato como Aníbal Fernández, ¿por qué imaginar que el kirchnerismo lograría menos este año? Ahí es donde entra a tallar la astilla del propio palo que representa Florencio Randazzo, en la medida que los votos que el ex ministro obtenga sean todos los que le reste a CFK. Lo malo para Cambiemos es que pareciera no medir mucho...
Pero hay un dato que preocupa más al gobierno y es que Mauricio Macri estuvo lejos en la provincia de Buenos Aires de igualar el mejor porcentaje de Vidal. Dejando de lado las PASO en las que Macri sumó alrededor de un 24%, el 25 de octubre redondeó un 32,80%, contra un 37,28 de la fórmula Scioli-Zannini, en la provincia de Buenos Aires. Y en el balotaje, fue uno de los distritos donde Cambiemos perdió: 48,85% contra 51,15%. Esto es, Macri no ha podido imponerse nunca al peronismo en la provincia de Buenos Aires.
El mapa de esas elecciones muestra al grueso del territorio bonaerense color amarillo; tiene sentido: en el interior rural el rechazo al kirchnerismo es amplio. Pero cuando se agranda la imagen se advierte la dimensión del Conurbano, de un color excluyente que no es el de Cambiemos. Macri solo pudo imponerse el 25 de octubre en cuatro distritos: San Isidro (54,46% a 20,98%), Vicente López (54,17 a 20,12), Tres de Febrero (35,20 a 32,91) y Morón (38,18 a 31,25). En todo el resto del Conurbano, la victoria fue para Daniel Scioli, a excepción de Tigre y San Fernando, bastiones de Sergio Massa.
Ahora bien, ¿qué pasó en el balotaje? Previsiblemente Mauricio Macri volvió a ganar en los cuatro distritos de la primera vuelta, con mejores porcentajes: San Isidro (68,91% a 31,09%), Vicente López (69,65 a 30,35), Tres de Febrero (52,37 a 47,63) y Morón (54,73 a 45,27). También se impuso en San Martín (50,46 a 49,54); más los massistas Tigre (51,39 a 48,61) y San Fernando (53,20 a 46,80). Esto es: Cambiemos, sin la confrontación Vidal vs. Aníbal, solo registró victorias sobre el kirchnerismo en seis distritos cuando la elección se transformó en un mano a mano.
De ahí que la gran apuesta sea hacer diferencias ostensibles en La Plata, donde en la primera vuelta ganó por 41,11% a 29,89%, y General Pueyrredón, cuya diferencia fue 39,94 a 32,29.
Es por eso que el Presidente salió de escena en la Provincia, sobre todo en el Conurbano, quedando toda la responsabilidad en la gobernadora, en busca de repetir lo de hace dos años.
Ilusionado, un importante funcionario de la gobernación, aseguró a este diario que tenía grandes expectativas de ganar este domingo, basadas en una gran elección en la Segunda Sección Electoral, una buena diferencia en La Plata y Mar del Plata y una performance mejor que la de 2015 en la Primera. Pero por si acaso, se atajó encogiéndose de hombros: “Viendo los resultados de hace dos años, tendría lógica perder”.