El gobierno no tuvo mayores inconvenientes en aprobar la reforma previsional en el Senado, la Cámara que le resulta más adversa. En rigor, tan aceitado estaba el acuerdo con los gobernadores, que no necesitó ni siquiera el recambio legislativo: se debatió con una amplia mayoría peronista, y así se aprobó. A partir de ahí, la oposición comenzó a ganarle la batalla mediática y a demonizar el proyecto, que ya de por sí es controvertido. El gobierno se había confiado en que la corrección de la fórmula hecha por el propio peronismo en el Senado sería suficiente para convencer a propios y extraños, pero rápidamente advirtió que no sería así, y decidió apurar los tiempos.
Hay quienes sostienen que ese fue el error oficial, pues le dio al debate un trámite exprés que enfureció a la oposición. No es así: se adelantaran o no los tiempos, hubiera habido el mismo lío. La estrategia de la oposición liderada por el kirchnerismo fue desde un primer momento infringir una derrota al gobierno, y el único plano en el que no podía hacerlo era en la votación final, que Cambiemos no iba a perder. De ahí que la victoria buscada pasó a ser evitar la sesión.
Eso se buscaba desde la tarde anterior, cuando una gigantesca movilización trató sin éxito de llegar al Congreso. El objetivo anunciado era hacer un ‘abrazo simbólico’ al Palacio Legislativo; el objetivo oculto era permanecer luego allí para evitar el ingreso de los diputados al día siguiente para sesionar.
Fue una práctica que se hizo habitual tras la crisis de 2001/02, cuando los tiempos del ‘que se vayan todos’ y ser legislador se transformó en una profesión de riesgo. Fue cuando comenzaron a dejarse de lado las corbatas y muchos diputados optaban por concurrir a las sesiones vestidos de manera informal, cuestión de evitar malos momentos camino al Congreso.
La comparación con 2001 fue otro de los objetivos, sobre todo por la fecha. Pero si se habla de esos días, no hay que remitirse solo al 19 y 20 de diciembre. Ya fuera De la Rúa, hubo una noche en la que los manifestantes lograron ingresar al Congreso, con las peores intenciones. Muy activa en los incidentes de estos días, Victoria Donda era entonces una simple militante hija de desaparecidos. Cuando cuatro años después se convirtió en diputada por el Frente para la Victoria, confesó el día de su jura: ‘Es la segunda vez que entro a este Congreso. La primera vez fue para quemarlo’.
Es el mal presagio que se cierne para este lunes en el que los sectores más duros vuelven a convocar a marchar. Aunque el gobierno está ahora más seguro, pues el quórum asegurado es holgado. Ya está hablado con los gobernadores, obligados ahora a cumplir, sí o sí.
Fueron precisamente los gobernadores el punto clave del fracaso de la sesión. El gobierno fue perdiendo diputados ‘por goteo’; el que había ofrecido 4, sentó 2; el que tenía 6, cumplió con la mitad, y hubo otros que directamente se borraron. En lo que hacen hincapié algunas fuentes legislativas por estos días, a raíz de lo vivido el jueves es que el clima dentro del recinto es ahora más beligerante, si bien el oficialismo es más notorio y el kirchnerismo más reducido. ‘Menos, pero más quilomberos’, graficó un diputado radical. En efecto, si bien tras el recambio legislativo se fueron muchas de las figuras más conocidas del kirchnerismo, ahora que la ex presidenta armó listas en pocos distritos se advierte entre los que llegaron dirigentes dispuestos a hacerse notar, a como dé lugar. Que se combinan con algunos que ya estaban en la Cámara, para transformarse en una minoría muy activa y combativa.
Señalan en primer lugar al radical ultra K Leopoldo Moreau, que logró lo que nadie: sacar de las casillas al presidente de la Cámara baja, Emilio Monzó. En la misma primera línea se vio a otro que no le fue en zaga, Adrián Grana, del ultra K Nuevo Encuentro. Ni qué decir de Horacio Pietragalla. Hijo de desaparecidos, fue diputado entre 2011 y 2015, y tras la salida del kirchnerismo del poder, se refugió en Santa Cruz, donde fue secretario de Derechos Humanos. De vuelta en el Congreso, estuvo muy activo estos días tensos dentro y fuera del Parlamento. Fue de los más exaltados durante los incidentes, y durante el ataque al presidente de la Cámara: mientras Grana revoleaba todo lo que encontraba en el escritorio de Monzó, cual descuidista Pietragalla sustraía lo que podía, ignorando que las cámaras lo estaban enfocando.
Hugo Yasky y Gabriela Cerruti son otros de los recién llegados K que se hicieron notar en esta primera sesión. La diputada porteña no aparece en las imágenes del avance sobre el estrado de Monzó, pero instigaba a levantarse a diputados que estaban en sus bancas. Otros diputados de La Cámpora mostraron un accionar muy beligerante, como Andrés ‘Cuervo’ Larroque, Mayra Mendoza, o el propio Máximo Kirchner, entre otros. Y enarbolando desde temprano el argumento de evitar la sesión, Agustín Rossi. Pero más allá de los diputados K que se hicieron notar, la clave hay que buscarla, como dijimos, en los que no dieron quórum, como sus gobernadores habían prometido. En primer lugar, el santiagueño Gerardo Zamora, que maneja 6 diputados que siempre estuvieron a disposición de los gobiernos kirchneristas, y con los que Cambiemos ha contado en general. Pero esta vez faltó la mitad, y entre los ausentes hay que contar a la esposa del gobernador, Claudia Zamora. Gerardo Zamora no estuvo en la reunión de gobernadores del viernes en el Congreso. En ese encuentro estuvieron los oficialistas Alfredo Cornejo (Mendoza), Gerardo Morales (Jujuy), María Eugenia Vidal (Buenos Aires) y Horacio Rodríguez Larreta (CABA). Por el peronismo asistieron Juan Manuel Urtubey (Salta), Domingo Peppo (Chaco), Rosana Bertone (Tierra del Fuego) y Gustavo Bordet (Entre Ríos). También asistió el neuquino Omar Gutiérrez. No estuvo en esa reunión, pero cumplió, el misionero Hugo Passalacqua. Sus cuatro diputados dieron quórum. La única que no pudo sentarse fue Verónica Derna, porque aún no juró.
Domingo Peppo aportó al quórum los dos diputados que le había garantizado a Rogelio Frigerio: Juan Mosqueda y Elda Pertile. En cambio Gustavo Bordet defeccionó, pues los dos diputados que le responden, Juan José Bahillo y Mayda Cresto, mantuvieron la postura general del bloque Justicialista que integran y no sumaron al quórum.
El gobernador de mejor relación con Cambiemos, Juan Manuel Urtubey, concretó un cortocircuito al no sentar a ninguno de sus diputados. Fue claramente un pase de factura por una votación en la Legislatura provincial en la que Cambiemos le jugó en contra, alineado con el kirchnerismo. Tras el acuerdo del viernes, ahora darán quórum y votarán la reforma previsional los salteños Pablo Kosiner, Néstor David y Andrés Zottos. Rosana Bertone no tiene diputados para ofrecer: los tres peronistas de su provincia están alineados al kirchnerismo. En cambio el neuquino Omar Gutiérrez (MPN), cuya diputada Alma Sapag no dio quórum, ahora promete sentarse y votar la reforma.
Se sindica al tucumano Juan Manzur como uno de los gobernadores que no cumplieron, pese a las concesiones del gobierno en la reforma tributaria. Pasa que habría garantizado no solo los votos de su provincia, sino los de otras afines. Y no cumplió ni siquiera con lo que tenía a mano: de sus cuatro diputados, solo bajaron Gladys Medina y Pablo Yedlin. Mirta Soraire se volvió al FpV, y José Orellana, que había firmado el dictamen de la reforma previsional, no bajó a dar quórum. Razones suficientes para que el gobierno esté bastante molesto con el tucumano. El riojano Sergio Casas cuenta con dos diputados que pegaron el faltazo; en cambio sí cumplió la catamarqueña Lucía Corpacci, cuyos dos diputados, Silvana Ginocchio y Gustavo Saadi, se alejaron del bloque FpV-PJ y dieron quórum.
Si bien en la Cámara alta los senadores pampeanos acompañaron la norma, en Diputados los tres diputados que le responden no dieron quórum. Sí cumplió en cambio Juan Schiaretti con los cuatro diputados con que cuenta.
El sanjuanino Sergio Uñac hizo lo que pudo y mucho no puede porque todavía pisa fuerte en esa provincia José Luis Gioja, que no dio quórum y votará en contra. Walberto Allende es entonces el único senador que responde a Uñac y dio quórum. Los dos diputados que responden al gobernador chubutense no aparecieron por el recinto, y tampoco lo hicieron los tres formoseños que responden a Gildo Insfrán. El gobernador santafesino Miguel Lifschitz tampoco cumplió. Senadores no tiene, y el único diputado con que cuenta, Luis Contigiani, no apareció.