La cara de Mauricio Macri lo decía todo. Había un dejo de cansancio pero lo que prevalecía, definitivamente, era la satisfacción de haber confirmado lo que se preveía –el triunfo a nivel nacional- pero, sobre todo, de haber dado el gran golpe en la provincia de Buenos Aires, donde el precandidato de Cambiemos, Esteban Bullrich, le ganaba la pulseada nada menos que a Cristina Kirchner, el fantasma más peligroso de su gestión.
Con los principales referentes de su espacio en primera línea, el Presidente arengó a la militancia que se había acercado a Costa Salguero y les dijo: “Qué día lindo en la historia de nuestro país, un día muy importante. Tengo mucha emoción”.
Y siguió: “Quiero felicitar a todos los argentinos por esta jornada maravillosa que tuvimos en paz. Como presidente me siento muy orgulloso de que todos hayan ido a votar”.
Pero el jefe de Estado también dijo que “más allá de toda esta alegría” vivida hoy y de que “la economía arrancó y la inflación está bajando”, tiene claro “que los primeros resultados del crecimiento económico a muchos argentinos no les llegaron”. Fue la confirmación de un eslogan que repitieron sus candidatos, los que más intensidad le pusieron a la campaña de cara a estas PASO.
“Sé perfectamente que estos 19 meses han sido difíciles, que hemos tenido que tomar decisiones difíciles. Pero lo que les quiero asegurar, a los que nos votaron y a los que no nos votaron, es que en cada una de esas decisiones pensé en ustedes, en si había una alternativa para no tener que tomarlas y lo hice exclusivamente cuando estuve convencido que era para construir un futuro mejor”, agregó.
Y, con la confianza del deber cumplido, le dio un mensaje a la oposición: “Liderar a partir de la confrontación no genera un mejor futuro”.
Un mensaje que fue subiendo de tono y que terminó así: “A días de que asumimos la conducción del país, empezaron a poner palos en la rueda, a decir que tienen las soluciones para los problemas que ellos nos dejaron. No puede ser que no tengan un mínimo de humildad y de amor por Argentina”.
Después de celebrar con sus seguidores, Macri ofreció una rueda de prensa junto al jefe de Gabinete, Marcos Peña, en la que pidió al sector opositor liderado por Cristina “se permitan pensar por un instante que por ahí están equivocados” y que “no puede ser” que todo lo que propone el Gobierno “les parezca mal”. “Sería bueno que podamos escuchar una agenda de futuro por parte del sector que ella representa”, remató.
A esa altura, Macri era el último de los protagonistas de estas elecciones en hablar, salvo por una excepción: Cristina, cinco puntos por debajo de Bullrich, esperaba en su búnker de Arsenal el avance del escrutinio, que después de la medianoche la tenía pisándole los talones a su principal rival. Pero la foto del domingo, con Macri sonriente y rodeado de papelitos, ya había dado la vuelta al mundo.
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