Si alguien esperaba que Cristina Fernández de Kirchner dilucidara ayer el misterio de si será o no candidata, no conoce a quien estuvo en lo más alto del poder del país durante doce años.
El manual de estilo del kirchnerismo establece claramente que las candidaturas se revelan el último día, a último momento.
Y no es una costumbre que haya adoptado Cristina en soledad, sino que arrancó en los tiempos en que gobernaba su esposo, con el recordado “pingüino o pingüina”, cuando le preguntaban a Néstor Kirchner si buscaría la reelección. De haber vivido en 2011, se hubiera reeditado la duda hasta el final.
De hecho, el misterio se estiró al máximo cuando la entonces primera dama cambió de distrito electoral y apareció en 2005 jugando en Buenos Aires por la senaduría bonaerense contra el peronismo duhaldista. A partir de entonces, las elecciones bonaerenses pasaron a ser siempre “la madre de todas las batallas”.
Ya muerto Néstor Kirchner, la entonces presidenta demoró hasta el día del cierre de listas para confirmar el nombre de su compañero de fórmula para su segundo mandato. Pasadas las 18.30 de ese sábado 25 de junio de 2011, en la residencia de Olivos, Cristina develó el misterio. Si hasta se llegó a decir que ni siquiera Boudou sabía que era el elegido. Difícil, pero tratándose de los Kirchner, más que probable.
Solo en 2013 le sacaron al kirchnerismo el monopolio del misterio, cuando Sergio Massa alargó hasta el final la definición sobre si sería o no candidato. Haberse enterado ella recién ese día fue la razón del enojo de Cristina con la ex SIDE en general y Jaime Stiuso en particular.
Está claro que esta vez hará lo mismo: mantendrá la incógnita hasta el final, a sabiendas de que acaparará los títulos de los medios del día domingo. Sea o no candidata. Los que dejaron el peronismo para acompañarla en esta experiencia contendrán la respiración hasta entonces. Dan por descontado que será candidata, pero con Cristina nunca se sabe...
Más de uno puede haberse sentido ayer defraudado por la falta de definición; y muchos más, con dudas, cuando ante los gritos de “Cristina senadora”, ella respondió: “Yo he tenido en mi vida todos los honores y todos los cargos, gracias a ustedes...”.
Aunque trascartón abrió la puerta: “Vengo a sumarme como una más, vengo a poner la cabeza y el cuerpo”. Pero más adelante, otra vez las dudas, cuando ante la misma insistencia, reiteró: “Hemos tenido todos los cargos, todos los honores... Tengo que decirles de corazón que ya no soy la joven que quiere cambiar el mundo, los años pasan para todos”.
Pero no se puede inferir cuál será la decisión definitiva a partir de los amagues de ayer de Cristina en uno y otro sentido. El fin del acto en el estadio Julio Humberto Grondona no era confirmar su candidatura, sino presentar su nuevo espacio, ese que esbozó por primera vez hace un año, en su reaparición pública después de dejar el poder, frente a los tribunales de Comodoro Py. Ese día habló de crear un “frente ciudadano”, abriendo todo tipo de especulaciones.
Ese Frente Ciudadano, que algunos imaginaron inicialmente como una nueva fuerza política, fue explicado en este mismo espacio hace ya un buen tiempo como la intención de la ex presidenta de convertirlo en un canalizador de todas las protestas hacia el gobierno. El frente en cuestión terminó deviniendo en la herramienta electoral denominada “Unidad Ciudadana”, pero Cristina insistió ayer en profundizar su objetivo inicial, con el marco del acto en Avellaneda. Ella piensa esta fuerza como una instancia superadora del peronismo. La transversalidad al extremo.
En Avellaneda montaron un escenario bien distinto a los que encabezaba en sus días presidenciales; en este se la vio vestida de modo sencillo, en un escenario más bajo, metida entre el público. Subió luego gente común a esa tarima para presentarla como las “víctimas del modelo neoliberal” vigente.
“Lo importante es canalizar esta fuerza en organizar a la sociedad. Por eso los convoco a la unidad ciudadana”, señaló en un pasaje de su discurso de 45 minutos, en el que insistió en señalar que esa Unidad Ciudadana “representa a los hombres y mujeres de carne y hueso”. Y los fue presentando por su nombre de pila -bien al estilo Durán Barba-, como representantes de los sectores “afectados” por el gobierno de Mauricio Macri: ex becarias del CONICET; un adolescente que dejó el secundario porque debió empezar a trabajar; la directora de una escuela pública cuya matrícula aumentó porque los padres ya no pueden mandar a sus hijos a escuelas privadas; una pensionada; una empresaria PyME, y así...
Es la estética que seguirá desarrollando durante la campaña hasta las PASO, pero que solo se sostendrá si ella es la candidata. Como protagonista, tal cual la quieren quienes la respaldan, no como auspiciante de candidaturas de otros que no podrán recrear la mística de la ex mandataria.
Casi a la misma hora se desarrollaba frente a los tribunales de Comodoro Py -en el mismo sitio en que Cristina anunció en mayo del año pasado su “Frente Ciudadano”- una movilización mucho más reducida, para reclamar “justicia y cárcel para los corruptos”. Allí también se coreó el nombre de Cristina Kirchner, pero en sentido contrario al de Avellaneda. Y el “vamos a volver” que acompañó la presencia de la ex presidenta, fue reemplazado por un contundente “no vuelven más”. Se verá.