Cada vez quedan más claras las divisiones entre cada uno de los sectores que conforman el definitivamente heterogéneo Frente de Todos. Lo peor es que ninguno se preocupa por ocultar esas diferencias y más bien las potencian, con la evidente intención de que cuando se produzca un desenlace -sea el que sea y cuando sea- los encuentre parados en el lugar deseado. La unidad, una fortaleza de la que se jactaban hasta no hace mucho tiempo, hoy es una entelequia.
Prueba de ello es la relación rota entre el Presidente y su vice. No es que uno de los dos vaya a dar un paso al costado, pero lo cierto es que solo el primero se esmera en dar señales cada vez más estériles en el sentido de mantener tendidos los puentes. Dicen que cada vez se verán menos esos gestos.
La prueba del quiebre se transparentó cuando la portavoz presidencial confesó que la Cristina Kirchner no le contestaba los mensajes al Presidente. Ahora portavoces de la vereda de enfrente afirman que la vicepresidenta tiene decidido no compartir más actos con el compañero de fórmula que ella eligió en mayo de 2019. Con excepción de la Asamblea Legislativa del año que viene, la última que compartirán, pues sería un escándalo que la titular del Senado no la presidiera.
Porque la exmandataria tiene decidido mantener su lugar institucional, eso está claro. Y quedó más aún cuando este sábado estuvo en el Congreso de la Nación encabezando los actos con motivo de los 40 años de la recuperación de Malvinas, junto a su par de Diputados, Sergio Massa, al que mencionó como "el presidente". Luego aclaró que hablaba del "presidente de la Cámara de Diputados".
No compartió en cambio ningún acto conmemorativo del 2 de abril con Alberto Fernández.
El titular de la Cámara baja tuvo mientras tanto un rol central. Al tiempo que diversas especulaciones se arman en torno suyo por su relación estrecha con figuras prominentes de los principales partidos de Juntos por el Cambio -Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales-, Sergio Massa desarrolló la última semana una agenda propia que arrancó el martes, sentado a la izquierda del Presidente en el Consejo Económico y Social, donde al hacer uso de la palabra habló de establecer con la oposición "políticas de Estado para darles a los argentinos".
Habló en su discurso de "la posibilidad de que los diferentes se sienten a acordar políticas para hacer un llamado a todos los sectores políticos de la Argentina", y tras recordar que este no es un año electoral, abonó la idea de que precisamente por eso sea un año en el que "sentados a una mesa, gobierno y oposición podamos darles a los argentinos políticas de Estado alrededor de la educación, desconcentración federal de la Argentina, economía del conocimiento".
Por la noche, al participar de la velada en la que la asociación Conciencia celebró sus 40 años de vida, el jefe de la Cámara de Diputados repitió, sino las mismas palabras, el mismo espíritu. Tenía ante sí empresarios y sindicalistas; ONGs y dirigentes oficialistas y opositores.
Entre un evento y el otro, participó por la tarde de un homenaje a Hipólito Solari Yrigoyen organizado en el Congreso por el jefe del bloque UCR, Mario Negri, donde entre otros dirigentes radicales estuvo el presidente del partido, Gerardo Morales.
Al día siguiente se anotó otro logro al convencer a la principal oposición de levantar la sesión especial que iban a hacer este martes para tratar de derogar la Ley de Alquileres. Se acordó en cambio comenzar a tratar ese día modificaciones a la legislación vigente, para sacar un dictamen en el lapso de 30 días y llevarlo al recinto para su aprobación. Si así no sucede, la oposición volverá a insistir por las suyas con la derogación.
Massa había sugerido inicialmente suspender la ley por 90 días para hacer en ese tiempo lo que ahora deberán hacer en un mes. Fue un toma y daca que desde el acuerdo con el Fondo Monetario viene dándole al gobierno resultados positivos. En tres semanas, el oficialismo logró más acuerdos que en los dos años anteriores. Imposible no relacionar eso con la renuncia de Máximo Kirchner al frente del bloque oficialista. Con todo, el presidente de la Cámara baja sigue cuidando la relación con el hijo de los Kirchner y desde su entorno se ocuparon de destacar su acompañamiento al proyecto que en vísperas del 2 de abril Máximo presentó en favor de los veteranos de guerra.
Fortalecido luego de los resultados que su búsqueda de consensos tuvo en la discusión del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, en la que personalmente negoció con los jefes de la oposición para alcanzar un resultado como el que se verificó en la votación posterior, Sergio Massa se muestra convencido de la necesidad de impulsar una suerte de "Moncloa argentina" y con ese objetivo prepara una carta dirigida a todos los líderes parlamentarios. La convocatoria formal se haría pública en los primeros días de este mes. En ese marco, trascendió que esa convocatoria abarcará ejes clave como transformación de planes sociales por empleo, cadena de valor del litio -casi una referencia directa hacia el gobernador jujeño-, aumento de las exportaciones, medioambiente y lucha contra el narcotráfico.
En la carta, además, planteará a los presidentes de bloque que hagan propuestas. Y convocará a crear un ámbito en el Congreso que se eleve por sobre las discusiones cotidianas, según pudo saber este medio.
Las diferenciaciones dentro del FdT incluyen al Frente Renovador de Sergio Massa, que justamente prepara para el 23 y 24 de abril un congreso en Mar del Plata. Hay mucha expectativa por el documento que vaya a surgir de ese cónclave, a partir de que trascendió que ese espacio ha condicionado su permanencia en el seno del Frente de Todos a la unidad entre los sectores que acompañan al Presidente y a su vice.
Y mientras el gobierno se debilita con sus internas y la falta de resultados sobre los problemas que más preocupan a la sociedad, como una inflación que dará otro brinco inquietante cuando salgan las mediciones de marzo y se advierta un porcentaje posiblemente a los 6 puntos, ¿en qué anda la oposición?
El experimentado Miguel Pichetto viene advirtiendo sobre los perjuicios que la horizontalidad de la principal oposición puede traerle a ese espacio. Esto es, postergar la definición de un liderazgo hasta las PASO de agosto del año que viene "pone en riesgo un eventual triunfo en 2023", palabras más, palabras menos, del auditor general. El problema es que no se ponen de acuerdo en la manera de definir liderazgos. Algunos apuestan a que las encuestas resuelvan la situación, por ser ese el método menos cruento. Pero dicha alternativa no cautiva a la mayoría.
Con pretensiones presidenciales personales inocultables, Gerardo Morales reveló a este medio que no ve con malos ojos la recomendación de Pichetto, tal vez entusiasmado con recrear la experiencia de una interna abierta como la que en 1998 impuso la candidatura presidencial del radical Fernando de la Rúa por sobre la de Graciela Fernández Meijide. El aparato partidario sigue siendo un activo muy valioso en la UCR.
Con todo, nadie se hace muchas ilusiones de que el liderazgo se defina antes de las PASO nacionales. Cerca del jefe de Gobierno porteño sostienen que "habrá que ver qué es lo que quiere la sociedad al momento de elegir". Dependerá de cómo esté el país para entonces, apuntó la fuente consultada, convencida de que el año que viene será de alta inflación, recesión y desempleo.
Mauricio Macri ganaría fácil una PASO, pero es el candidato más apetecible para el actual oficialismo. Aunque no se baje nunca en los reportajes que da, el expresidente sabe que corre con esa desventaja y si bien anhela un "segundo tiempo", tiene claro de que en caso de volver a ganar, la mitad de la grieta comenzaría a tratar de horadarlo desde el minuto cero. La gente de Larreta no lo ve candidato, y sí influyendo en la elección del mismo. Ahí tienen confianza de que en el momento decisivo Macri vaya a apoyar a su ex jefe de Gabinete, más allá de la cercanía del expresidente y Patricia Bullrich.
En este contexto tan complicado el gobierno se ilusiona con encontrar un respiro en noviembre, fecha para la que habrán transcurrido al menos dos revisiones del Fondo. El 21 de noviembre arranca el Mundial de Qatar, que ilusiona al gobierno, sobre todo porque piensan que el sorteo no fue para la Argentina adverso. Y como soñar no cuesta nada, más de uno en la Rosada se ilusiona con una performance del seleccionado capaz de cambiar el ánimo de los argentinos. Un éxito obraría tal vez como los festejos de Bicentenario que tanto beneficiaron a la reelección de CFK.
Eso sí, no faltará el mala onda que recuerde que la última vez que la Argentina ganó un Mundial gobernaba Raúl Alfonsín, quien tras la coronación perdió dos elecciones y con ello el poder, definitivamente.