No sobraban buenos pronósticos para Cambiemos en la previa de sus primeras elecciones intermedias, pero en los últimos días desde el gobierno aseguraban que las cosas saldrían bien. Lo que ninguno auguraba era el resultado impactante que alcanzó este domingo el oficialismo.
Habíamos anticipado en esta misma columna que el mejor escenario -que definíamos como ideal- preveía victorias en CABA, Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Santa Cruz, Jujuy, Corrientes y Buenos Aires. Advertíamos que ese sería “el domingo soñado” para Cambiemos, sugiriendo un segundo escenario también más que pasable para el oficialismo que imaginaba los mismos resultados, con la excepción del territorio bonaerense, donde firmaba casi gustoso una derrota por 2 puntos. Con la expectativa de revertir dentro de dos meses, claro está.
Se entiende de sobra entonces la algarabía que reinaba el domingo en el bunker de Cambiemos en Costa Salguero. Cuando los militantes oficialistas se fueron a sus casas, lo hicieron convencidos de que habían logrado el pleno de haber ganado también en la oceánica provincia de Buenos Aires. A lo que sumaban triunfos de una magnitud considerable en otros distritos, como así también batacazos verdaderamente históricos, como los registrados en las provincias de San Luis y Neuquén.
Desde temprano las fuentes bonaerenses consultadas aseguraron a este medio que el resultado era “reñido”. No arriesgaban un resultado final, limitándose a señalar la frase “empate técnico”. Pero los bocas de urna que filtraban daban a Esteban Bullrich arriba de Cristina Fernández de Kirchner por dos puntos. Así fue en los cortes del mediodía, las 15.30 y el definitivo de las 17. Con todo, había que verificarlo en la práctica.
La remontada final de la ex presidenta hizo recordar al balotaje. Hace dos años, Mauricio Macri le llevaba una ventaja de una decena de puntos a Daniel Scioli, quien terminó reconociendo la derrota alrededor de las 23. Cuando el presidente electo daba su discurso victorioso comenzó a reducirse la brecha, que terminó siendo de apenas dos puntos.
En este caso, más allá de que la arremetida cristinista conmovió a sus militantes, que del agobio pasaron al éxtasis en el bunker instalado en el estadio de Arsenal, el árbol no debe ocultar el bosque: no fue la fiesta que el cristinismo esperaba, ganando con una amplitud que bien temprano hicieron trascender a través de un disparatado boca de urna propio. Festejó Cristina, mantiene su invicto electoral... pero queda claro que el suyo fue un resultado pírrico.
De hecho no alcanzó siquiera el porcentaje de Aníbal Fernández en 2015.
El mérito del resultado para Cambiemos debe ser adjudicado enteramente a María Eugenia Vidal. El presidente Mauricio Macri se retiró de la campaña en el principal territorio del país ni bien se acabó el tiempo posible para inaugurar obras; a partir de entonces, solo se mostró junto a la gobernadora una vez en Azul, el interior provincial donde Cambiemos hizo una diferencia aun mayor que la obtenida en el balotaje de 2015.
Conocedor como pocos del territorio bonaerense, ayer por la tarde el presidente de la Cámara de Diputados hizo hincapié en la importancia del interior provincial. Marginado de la campaña después de haber sido el armador histórico del macrismo, Emilio Monzó fue el primer dirigente oficialista en sugerir el triunfo en la Provincia, basado en la experiencia, más que en datos propios. Y le asignó un importante crédito al interior provincial, con el siguiente razonamiento: en el balotaje, el candidato Daniel Scioli resultaba mucho más amigable para los productores agrarios que Cristina Kirchner. A ese solo dato asignaba una diferencia de cien mil votos.
Volviendo a Vidal, se le adjudica a la gobernadora el enorme mérito de haber revertido una elección que las encuestas daban perdida por un porcentaje amplio. Habrá que mensurar en algún momento de qué manera influyeron los 8 minutos que la gobernadora le dedicó a responderle al periodista Diego Brancatelli en el programa Intratables, el jueves por la noche. Viralizado en las redes, donde el video se vio más de un millón y medio de veces durante el fin de semana, ese terminó siendo el verdadero cierre de campaña de Cambiemos.
Más allá de la provincia de Buenos Aires, el gobierno logró confirmar en los hechos el triunfo en los principales distritos del país: Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. En territorio porteño, la amplia victoria oficialista estaba prevista; solo faltaba ponerle cifras. Y las mismas fueron por demás contundentes: Elisa Carrió ganó por casi veinte puntos. Pero para disfrute de Horacio Rodríguez Larreta, Martín Lousteau quedó en tercer lugar -tal cual deseaba el jefe de Gobierno-, sumando apenas 13 puntos.
Pensando en el futuro Congreso, no debería celebrar tanto Cambiemos con la debacle de su ex embajador en Washington, pues los diputados nacionales que vayan a ingresar a través de Evolución prometen sumarse al interbloque oficialista.
Pero la gran parada que se jugaba el presidente Macri era en Córdoba. Alentado por encuestas propias, el mandatario fue a la provincia mediterránea a cerrar la campaña. El resultado no podía ser mejor: 16 puntos de ventaja. Amigo personal de Macri, el gobernador Juan Schiaretti fue el primero en aparecer ante los medios para reconocer la derrota.
Pensando en el futuro, el gobierno hará lo posible por separar los tantos y mantener la buena relación con el cordobés, independientemente de los resultados de este domingo.
Santa Fe fue otro de los grandes distritos que sonrió para Cambiemos. El triunfo fue de apenas dos puntos sobre el Frente Justicialista, pero más que doblando al socialismo gobernante. Un dato auspicioso para octubre es que, como se preveía, el ganador peronista fue el kirchnerista Agustín Rossi, lo que hace pensar al oficialismo que en las generales muchos de esos votos irán en otras direcciones.
En Mendoza el resultado holgado en favor del radicalismo gobernante se descontaba, igual que las amplias victorias en Jujuy y Corrientes. Pero si bien en Casa Rosada auguraban en la previa una muy buena elección en Entre Ríos, el triunfo por el 5% en un enclave peronista fue otro de los puntos altos de Cambiemos.
Ni qué decir de Santa Cruz, donde Cambiemos se dio el gusto de festejar una victoria por casi 20 puntos sobre el kirchnerismo.
También se pronosticaba una aceptable elección en San Luis, pero fue una enorme sorpresa la victoria arrolladora que logró el aliado de Cambiemos Claudio Poggi nada menos que sobre los Rodríguez Saá, imbatibles desde 1983.
Otro invicto que cayó este domingo fue el del Movimiento Popular Neuquino, vencido también por Cambiemos.
Todos estos resultados deberán corroborarse en octubre para determinar la composición de ambas cámaras a partir del 10 de diciembre. La experiencia indica que el resultado no solo tiende a repetirse, sino que puede potenciarse en favor del ganador. Así, Cambiemos tendrá casi una veintena más de diputados nacionales y sumará una decena de senadores a la tropa actual de Cambiemos.
No moverá demasiado el amperímetro en un Parlamento donde deberá seguir negociando para sacar las leyes, pero claramente con el handicap que otorga haber ganado una elección, más allá del resultado bonaerense.
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