“Mi vida es más la radio que mi casa”, dice la inigualable Rina Morán. Y con justa razón, pues mañana cumple 75 años haciendo historia en la radio. Tres cuartos de siglo que la tuvieron como protagonista y testigo privilegiado del crecimiento del medio, en el que aprendió y compartió trabajo y vida con todos los grandes, desde Sandrini a Fontana, desde Larrea a Carrizo, de Juan Carlos Mesa a Dolina. Fue la voz de esponjas Periquita, la imagen de Calefones Universal, hizo imitaciones, radioteatros, fue la voz de Mafalda y Manolito en televisión, compartió aire con Edith Piaf, Perón y Lola Membrives, participó del Glostora Tango Club, el Fontana Show o el Rapidísimo de Rivadavia. Podríamos seguir desplegando pergaminos eternamente de esta verdadera enciclopedia viviente de la radiofonía argentina, que hoy, a sus juveniles 83, sigue dando batalla en dos frentes: en Radio Colonia, todas las mañanas junto a Beba Vignola y Daniel Biodre, y en su casa como orgullosa bisabuela rendida frente a las travesuras de su bisnieto Iván.
Del circo a la radio
“Nací en un circo donde actuaba mi papá. Se llamaba Lupo. Y tuvieron que parar en Ingenio Colombres, Tucumán, para que yo naciera”, dice Rina, que no podía tener mejor llegada al mundo que en una verdadera escuela de artistas.
“Empecé en radio El Mundo, a los 7 años. Mi papá, José Tresenza, debutó en el elenco estable de la radio, dirigido por Idelfonso Rodríguez. Papá me enseñó de muy nena a leer dando bien los tonos. Y en aquella época se usaba trasladar a la radio las películas famosas de la época. Y en el radioteatro de la película El Cielo y Tú hacía falta la voz de un nenito, que en la trama se estaba muriendo. Era un papel difícil y mi papá me llevó a una prueba. Cuando me tomaron la prueba y vieron que leía bien, me dejaron en el elenco para hacer cualquier personaje de nenes. No cualquiera entraba... había elencos con los popes de la época como Martín Zabalúa y Sara Prósperi. Hasta los 14 estuve ahí, en El Mundo, que era una copia de la BBC de Londres. Tuve una infancia atípica, en vez de ir a mi casa a tomar la leche después del colegio, yo me iba a la radio. Después me dijeron: `Elegí qué querés ser: actriz o locutora?’. Y elegí la locución, fui aprendiendo al aire. Luego pasó a dirigir la radio don Armando Discépolo y seguí allí”, memora Rina.
Y siguió nomás, hasta convertirse en mujer record de la radiofonía mundial, con 75 años de vigencia en el aire que cumplirá mañana. “De esta cuestión de ser mujer record de la radio no me había dado cuenta, porque siempre hice radio con amor y la radio fue mi familia. A veces extrañaba el tintineo de las llaves de mi marido llegando a casa, porque casi siempre estaba en Radio Splendid haciendo La Revista Dislocada. Como ves, siempre viví dentro de la radio. Trabajando, aunque nunca fue trabajo porque siempre me divertí”, dirá con sinceridad.
Y hablando de divertirse, dice Rina que quien le quitó solemnidad a la radio y les enseñó a reírse al aire fue Cacho Fontana. “Antes la radio era terriblemente solemne, te daban todo escrito y no podías ni agregar ni sacar nada para trabajar frente al micrófono. Pero cuando entra Fontana la cosa fue cambiando. El dijo `vamos a hacer un programa con Beba y con Rina y a reírnos a carcajadas. La radio tiene que ser distinta, le falta corazón’ y dijo también `quédense tranquilas que yo doy la cara’. Beba y yo teníamos una carcajada que hacíamos tentar a los demás. Y Fontana quiso que eso saliera al aire. Nos podían haber echado a todos pero a la gente le encantó y fue lo que fue el Fontana Show. Pasabas por la calle y en cualquier ventana abierta sonaba El Fontana Show”.
Rina desgrana historias y uno no puede más que oír, anotar y disfrutar de cada palabra: “En el Glostora Tango Club había un frasquito Glostora que había que venderlo al aire. Y a mí se me ocurrió hacer la voz de un nenito. Mi papá me lo había enseñado. Y lo vendí con voz de nenito y la gente que estaba en el estudio me aplaudió, pero el jefe de Locutores me suspendió. Sin embargo, los de Glostora llamaron y pidieron que siguiera haciendo el nenito”, recuerda.
Otra anécdota graciosa: “En radio El Mundo yo hacía los avisos con Luis Sandrini. La cola de gente para ver los programas daba la vuelta a la radio. A Luis lo aplaudían, pero jamás a un locutor. Y yo pasaba antes del programa y le pedía a la gente que cuando yo llegara me aplaudieran. Y así lo hicieron y cuando yo llegaba era aplaudida. Antonio Carrizo decía ‘¿Qué pasa, viniste con hinchada propia?’. Pero Sandrini se dio cuenta”, dice con ojos pícaros.
Rina pasó por diversos estudios con todos los grandes: “Trabajé con Juan Carlos Mesa, con Altavista, luego hice El Diablo Calvo, con Haydée Lavalle y allí escribía libretos el hijo de Miguel Coronato Paz. Era un programa loco, distinto, improvisábamos, hacíamos personajes, como el de un bombero que nunca llegaba a destino”.
Fue la voz de Mafalda
Si Rina aprendió a divertirse con Fontana, de Héctor Larrea mamó la responsabilidad por el trabajo. “Con Larrea empiezo cuando Fontana dejó de trabajar. Un día dijo no va más y quedamos sin trabajo. Quedé efectiva en Rivadavia y Larrea llegó con Beba y pidió tener a las dos. Larrea era un profesional con un gran amor a la radio, no dormía buscando música. Lo que me llevo de él es la responsabilidad, el confiar en su equipo, en humoristas como Mario Sánchez, en los guiones de Marchetti y Scalize. Con él pasamos luego a Radio Nacional”.
Más allá de esas grandes etapas, Rina le puso voz a Mafalda cuando estuvo en TV: “La pasaban a las 20.25 con música de Francis Smith”, cuenta.
Su presente la encuentra junto a su amiga de toda la vida Beba Vignola, haciendo Desestresados, el programa de Radio Colonia (AM 550) que bastonea a diario Daniel Biodre, de 9 a 12. “Biodre me devolvió a la radio -dice Rina-. El está en Mar del Plata y nosotras acá en Buenos Aires. El lleva el bastón desde allá y nosotras nos acoplamos desde acá. Es un programa divertido, hay un elenco de chicos jóvenes. Es un programa que no sabemos qué vamos a hacer cada día pero termina saliendo muy bien. Nosotras hacemos cosas que nos escribe Jorge Marchetti, todo tipo de personajes, yo imito a China Zorrilla, por ejemplo”.
¿El secreto de su vigencia? Rina no lo duda: “La bondad. La bondad ayuda a estar bien... Yo soy así, aunque quiera ser distinta no he podido. La bondad te lleva a sufrir, pero el final siempre es mejor. Ahora tengo un bisnieto, mi alegría es inmensa, se llama Iván. Jamás pierdo energía, al contrario, la voy recibiendo de tanta gente a la que quiero y me quiere”. Ejemplo de profesional y de vida, Rina se despide pensando en que mañana tiene que volver a la radio, a seguir contagiando su alegría a quienes la rodean y la escuchan.