Radio: Marcelo Simon
  Por Wilmar Merino . Marcelo Simón es palabra mayor en materia de folklore. Desde su bonomía que lo hace querido por músicos y autores y conocimiento de causa por ser hombre del palo, dirige los destinos de Radio Nacional Folklórica, y ha sido el responsable máximo de que la 98.7 tenga eso tan difícil de lograr en una radio: identidad. Por eso a muchos les gusta “El aire de aquí”, tal como reza uno de los latiguillos que se usan de separador en la radio.
Tras bastonear con su habitual solvencia la entrega de diplomas de los Premios Atahualpa, que entrega el Instituto Cultural Bonaerense, intentamos lo imposible: dialogar con el querido Simón en medio de constantes interrupciones por saludos de músicos de todas latitudes y pedigrees.
“Mi impronta al frente de la Folclórica fue hacerle creer a los que estaban que éste es un género interesante y que tiene su propia entidad. Cuando llegué me encontré con que muchos de los productores no creían en esto... Un zanguango me llegó a decir ´yo pongo Bossa Nova, porque eso anda´, en fin... Además de recuperar la creencia de que el folklore importa sacamos los nombres de los programas y los reemplazamos por “el espacio de” y el nombre del conductor. Es un modo de que cada uno se haga cargo de ese espacio. Y el proyecto temático incluye explorar toda manifestación que tenga algún viso de folklore. Por ejemplo, Mario Boffill está haciendo chamamés urbanos. O Peteco está haciendo chacareras con instrumentos chinos”.
De esa dinámica del folklore, un género que está en constante evolución, siguió nuestra charla, siempre interrumpida por artistas nuevos que le dejaban su disco a nuestro entrevistado, u otros consagrados que lo invitaban a sus presentaciones inminentes. “Si nos ponemos a pensar el folklore como ciencia, como estudio, no hay posibilidad de que el folklore se estratifique o se convierta en una materia pétrea. Todo cambia. Y el folklore también debe cambiar. Además, los que hoy consideramos folklóricos fueron rupturistas hace años. Por eso, en la radio tratamos de reflejar todo el abanico. Aún tenemos conductores tradicionalistas, pero luego hay otros donde se puede escuchar todo lo contrario, la modernidad en el folklore”.
-¿La incorporación de nuevos instrumentos para usted es un aporte que suma al folklore?
-Sí, claro. Te lo ejemplifico. Leí hace décadas una crónica muy pequeña de cuando Chazarreta vino en el 21 al teatro Politeama, traído por Ricardo Rojas. Esa crónica criticaba que la compañía tuviera un piano “porque era un instrumento europeo”. Fíjese usted que si la Argentina hubiese prohibido por razones de tradición el piano, no hubiese habido un Adolfo Abalos, un Ariel Ramírez o un Mono Villegas, que acompañó a Martínez Ledesma. Ahora Peteco fue a Shanghai, en China y él vio qué instrumentos usaban allá y trajo un violín chino con el que hace chacareras.

Para todos los gustos
"Hoy tenemos en la radio un panorama variopinto. Desde Cerasuolo, que es el más escuchado de la radio, hasta Ricardo Basalo, más tradicionalista, pasando por Alcaraz, que quiere hacer la revolución todos los días. El reemplazo del inolvidable Miguel Angel Gutiérrez es Santiago Giordano, periodista gráfico y músico, que fue docente en Italia, escribió libros de música clásica y la historia de Cosquín. Me parece interesante que haya tipos con una cultura diversificada en la radio".
-¿La discusión entre tango y folklore está perimida?
-Tiene matices, pero en general las oposiciones no se dan más. Siempre digo y creo que un músico nunca es tu enemigo. Tu enemigo es el que te estafa o te traiciona, o te roba la novia. Un músico hace rock, jazz, o tango, pero todos hacen música, no hay oposiciones.
-La del estribo. ¿Cómo le gustaría ser recordado el día que ya no esté en el cargo?
-Tengo un sentido muy gremial de la vida y si alguien llegara a recordarme lo único que quisiera es que me recuerden como un compañero. Ser director de un canal o una radio y no echar a nadie es algo que me llevo. Y eso que un troglodita una vez me pidió la cabeza de varias personas, pero nunca en mi vida eché a nadie. Como compañero, así me gustaría que me recuerden. Y ahora me hiciste acordar otra anécdota: una vez presenté a Yupanqui en el Sindicato del Seguro, y en mi presentación del artista hablé del valor de la palabra “compañero”, que en su etimología habla de compartir un mismo pan. Y él se enojó mucho de ser tratado de “compañero” porque entendió que lo trataba de “peronista”, y él era comunista, antiperonista acérrimo. 

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