Hasta ayer, una máscara, como las usadas en los carnavales venecianos, tenía cierto contenido de misterio y erotismo que, a partir de la pandemia, ha perdido.
Esta nueva situación mereció la reflexión de la psicologa y sexologa Sandra Lutsgarten: "Ahora, el uso obligatorio y necesario el barbijo referencia al miedo al contagio, algo que es absolutamente inhibitorio del deseo -explicó-. Además, al no salir de sus hogares, o hacerlo con mucha protección, se ha dejado de lado la vestimenta como arma de seducción. Ya no se usan, ni tacos, ni vestidos escotados, y debe acudirse a destacar una parte del rostro, y a la modulación de la voz".
Y agregó: "La contrapartida de esta mujer 'vestida para la guerra bacteriológica' es un hombre desmotivado que, además, padece los problemas de trabajo y económicos derivados de la falta de actividad. Ello provoca serios trastornos a la hora de conseguir una erección y la queja casi diaria por la frecuente impotencia". señaló.
"Así, tanto mujeres como hombres ingresan a un círculo negativo de falta de deseo y pensamiento autosaboteador, que puede generar trastornos sexuales crónicos", concluyó la especialista.