Seguramente alguna vez quedamos en grupos de WhatsApp o de redes sociales en los que amigos o conocidos comparten mensajes cuyo contenido tiene un fuerte sesgo hacia uno u otro lado de la grieta política. Esto, seguramente, sin la intención de convencer a nadie. ¿Qué se pretende, entonces?
En nuestras creencias se pone en juego nuestra identidad. Estas posturas están permeadas por nuestra historia, nuestros prejuicios y nuestras suposiciones. En otras palabras, vemos lo que nuestras creencias filtran de la realidad.
Un buen ejercicio para romper con esta confrontación permanente sería intercambiar integrantes de cada grupo para que cada uno exponga su visión, no para ser descartada de inmediato, sino para ser considerada y escuchada en sus argumentos y también en sus pasiones.
Pero para poder dialogar respetuosamente con alguien que “está en la vereda de enfrente” y entender qué piensa y qué siente (y notar que muy posiblemente no piense ni sienta tan distinto a nosotros) hace falta empatía y reflexión crítica.
Si no logramos ver más allá de nuestros sesgos, seguiremos pensando que siempre tenemos razón y que el resto está simplemente equivocado. Esto no solo no nos ayuda a crecer como comunidad, sino que obstaculiza ese crecimiento. Así, la grieta en nuestro país es una verdadera catástrofe.
Como ciudadanos y ciudadanas debemos demandar que se generen grandes acuerdos que surjan de la discusión de ideas, proyectos concretos, para sacar a la Argentina del estancamiento, la crisis, la pobreza estructural y comenzar a promover el bienestar general.
Necesitamos que se integren los sectores, pensar en el largo plazo, vincular la ciencia a la producción de forma extendida y ya no en proyectos aislados.
Por supuesto que esto no se logra de la noche a la mañana. Más bien, requiere planificación y compromiso.
Para que un proyecto de esta escala tenga realmente impacto sostenido y equitativo, necesita que se repiense el sistema educativo atendiendo a las demandas del mundo futuro, las políticas de innovación y generación de nuevas tecnologías, las políticas de industrialización y comercio, las políticas de inversión y, también, las políticas macroeconómicas.
Necesitamos dejar de lado nuestras visiones sesgadas, dejar de pensar el país a través de la grieta que nos divide.
Es tiempo de acordar en un proyecto de país en el que las políticas, las instituciones, la ciencia y la producción en diversas áreas se alineen y trabajen en conjunto para un proyecto integral de desarrollo sostenido.
Debemos unirnos para mejorar la calidad de vida de todos los argentinos y las argentinas.
Facundo Manes es neurólogo y neurocientífico. Presidente de la Fundación INECO .