La educación cumple un rol fundamental en nuestras vidas. Es una herramienta fundamental que nos enseña a convertir la información en conocimiento

La educación cumple un rol fundamental en nuestras vidas. Conocer nuestra historia, por ejemplo, nos alienta a imaginar cómo sería caminar en los zapatos de aquellos personajes sobre los que leemos, conocer sus luchas, sus éxitos y sus fracasos.

Es decir, nos ayuda a comprender nuestro pasado; así podemos evitar repetir los mismos errores y proyectar nuestro futuro. Gracias a la educación, descubrimos y entendemos otras culturas. De esta manera, promueve la tolerancia y desarrollamos la empatía.

La educación es la construcción de nuestra propia identidad.

Podemos definirla también como una herramienta fundamental que nos enseña a convertir la información en conocimiento. Y, a su vez, nos prepara para seguir aprendiendo a lo largo de toda la vida y potenciar así nuestros recursos cognitivos, expandiendo al máximo nuestras capacidades.

Así, la flexibilidad dada por el aprendizaje les permite a las personas de cualquier edad adaptarse a los retos de las dificultades económicas, las enfermedades y el envejecimiento. En este sentido, se ha demostrado que reduce la mortalidad infantil y la exclusión. Mejora la salud y aumenta la esperanza de vida; asimismo ayuda a lograr la igualdad de género, promueve el reconocimiento y cuidado de las personas mayores, la paz y la estabilidad.

Es claro que, si el crecimiento económico de un país no va acompañado por un aumento y una mejora en la calidad educativa, no reduce la pobreza. En consecuencia, la educación representa un poderoso motor de desarrollo para lograr una sociedad más justa.

Para que en una comunidad se pueda enseñar y aprender es necesario lograr un piso de bienestar y equidad. En estos momentos críticos, la equidad y la innovación educativa no son opcionales, sino que constituyen el camino para avanzar en justicia social, romper los círculos viciosos de crisis tras crisis y encaminarnos hacia el desarrollo verdadero y sustentable.

Es nuestra responsabilidad como sociedad que se garantice el acceso a la educación y estén aseguradas las condiciones de educabilidad, es decir, los factores que promuevan que las niñas y los niños efectivamente aprendan.

Para esto, es imprescindible que se logren acuerdos básicos. La educación es uno de los valores más fecundos para las personas y las comunidades. Es una brújula confiable para navegar un mundo cada vez más dinámico y cambiante. Es la posibilidad de tener un futuro como comunidad.

Por todo esto, debemos dejar de hacer de la educación una lucha partidaria. Tiene que ser el propósito y la prioridad de todos los argentinos.

Facundo Manes es neurólogo y neurocientífico. Presidente de la Fundación INECO

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