El estrés nos permite adaptarnos a los cambios del medio, a las exigencias que se nos presentan. En niveles moderados, el estrés puede ser estimulante para el cerebro. Pero cuando no podemos responder a las demandas porque son excesivas, intensas o prolongadas, sentimos “distrés” o estrés patológico. Este último puede tener efectos negativos en la memoria y otras funciones cognitivas e incluso en casos extremos puede derivar en trastornos de ansiedad o depresión. Frente a esto, los seres humanos contamos con mecanismos que nos permiten superar adaptativamente las situaciones de adversidad. Uno de ellos es la resiliencia.
La ciencia ha demostrado que existen factores genéticos que contribuyen significativamente a que se produzcan respuestas resilientes. Sin embargo, es importante destacar que los genes siempre se expresan en un ambiente específico, es decir, no son determinantes, sino que necesitan de la interacción con el medio para expresarse. Hoy sabemos que también existen ciertos rasgos que favorecen estas respuestas. Se ha registrado a partir de diversas investigaciones que las personas que han sufrido experiencias traumáticas frecuentemente desarrollan comportamientos altruistas a través de los que no solo ayudan a los demás, sino que los ayuda a mejorar a ellos mismos. Se establece un sistema de retroalimentación. Así, la superación y sanación de las personas promueve y, a la vez, se beneficia del altruismo.
El optimismo también facilita la resiliencia. Tener una actitud optimista evita que se desencadene el estrés y se asocia a una recuperación más rápida y eficaz. El sentido del humor es otro aspecto que ayuda a atravesar situaciones estresantes. El humor alivia las tensiones y es un ingrediente que facilita que se generen vínculos y relaciones sociales. En investigaciones sobre estudiantes que hacían pasantías en otros países se registró que el humor era considerado como una herramienta necesaria para sobrellevar la distancia del hogar y la inserción en una cultura diferente. En relación con esto, podemos señalar que salir adelante después de haber sufrido episodios traumáticos también es posible gracias al apoyo social.
Resulta clave reflexionar sobre el rol clave del otro (el prójimo, el ser amado, la comunidad) frente al malestar. Centrarnos en imaginar un futuro para que sea posible la prevención y la planificación es una de las maneras colectivas de disminuir los niveles de estrés y conseguir bienestar social. La posibilidad de anticiparnos al futuro debe ser puesta al servicio de nosotros mismos y de los que van a venir. Nuestro desafío es pensarnos como nación: una comunidad con un pasado y un presente pero sobre todo con un destino común.
Contra los estigmas de las enfermedades mentales y la psiquiatría