¿Quién no tuvo fiebre alguna vez en su vida? Ya sea por una gripe, por una infección, una inflamación, una enfermedad, o por diversas circunstancias, es muy probable que la temperatura del cuerpo se haya elevado por encima de lo normal.
El proceso suele ser rutinario. Temblores, escalofríos, dolor en el cuerpo, ojos vidriosos. Y también frío. Pero, ¿por qué tiritamos cuando la temperatura del cuerpo aumenta? La respuesta puede resumirse en tres palabras: "una confusión cerebral".
"Nosotros tenemos un termostato en el cerebro, igual que el termostato de una estufa, que marca cuando la temperatura tiene que subir o bajar. Y durante la fiebre este termostato cerebral que está en el hipotálamo, sube", explica el Doctor en Biología Diego Golombeck a DIARIO POPULAR.
Entonces, todo se sintetiza en un estado de incertidumbre en el cerebro. El hipotálamo dice que necesita aumentar la temperatura producto de la fiebre, sin importar la temperatura externa, y comienza a realizar distintas acciones para llegar a ello.
Entre esos recursos se encuentra temblar que es, básicamente, una producción de calor, una contracción muscular. "Hacés que la sangre no se vaya hacia los brazos y las piernas, cosa de no perder calor. Se te paran los pelos como una forma de mantener un colchón de aire caliente y todo eso te hace sentir frío y esto produce una respuesta comportamental que ayuda a que aumentes más tu temperatura, como por ejemplo, que te pongas debajo de una frazada", explicó.
En cambio, en algún momento la temperatura de ese termostato vuelve a lo normal porque la fiebre ya pasó y ahí el cuerpo empieza a sonrojarse y a transpirar, señal de que ya no necesita recurrir a los demás mecanismos para aunar calor.
LEA MÁS:
El valor de la fiebre no siempre es absoluto. "´Depende de la edad y el sitio donde se la mida, la hora del día. Pero en general, se toma como vara más de 38 grados centígrados y febrícula 37,3 - 37, 9 grados centígrados", precisó la doctora Silvia González Ayala, Profesora titular de la Cátedra de Infectología en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de la Plata.
En este sentido, los especialistas coincidieron en desterrar un viejo mito muy popular: si bien muchas veces recurrimos a los paños con agua fría, no son efectivos para bajar la fiebre. "Pueden dar una sensación de confort relativo, sobre todo cuando la temperatura del termostato está bajando, pero no es que te vayan a curar o aliviar antes de tiempo. Te pueden hacer sentir mejor, en todo caso", aseguró Golombek, quien también es investigador del CONICET y profesor de la Universidad de Quilmes.
En cambio, existen otras acciones que favorecen a la pérdida de calor. "Llevarlo a un ambiente fresco (entre 21 a 22 grados), desnudar a la persona, un baño de inmersión con agua tibia a temperatura de 35 a 36 grados puede ayudar, pero su efecto es limitado y breve, ya que sólo disminuye la temperatura cutánea", precisó la médica.
En estos casos, es necesario recurrir a medicación, como paracetamol o antipiréticos que permitan aliviar los síntomas y bajar la temperatura. "Sin embargo, si la fiebre persiste durante varios días es necesario realizar o reiterar la consulta médica", concluyó la doctora.
comentar