Muchas personas con este trastorno se ven afectadas en este sentido por sus dificultades de mantener una pareja estable. La promiscuidad puede generar rechazo social y familiar.
La psicoeducación y la rehabilitación cognitiva son clave para tratar el transcurso de esta enfermedad. Los fármacos también pueden influir negativamente en las relaciones sexuales de pacientes con enfermedades mentales, ya que los psicofármacos producen alteraciones en su actividad sexual.
Por otro lado, los fármacos son esenciales para mantener la calidad de vida de los pacientes y controlar la enfermedad, pero en algunos casos puede ocasionar anorgasmia, retraso de la eyaculación o impotencia, efectos, por otro lado, reversibles.
El trastorno bipolar es una enfermedad mental muy común y tratable si se diagnostica a tiempo. Existen soluciones para los cambios indeseados en el disfrute de una vida sexual sana y plena, para ello hay que ir al especialista, los cuales están preparados para aconsejar y tratar estos cambios.
La interrelación entre enfermedad mental y disfunción sexual no es un tema nuevo. Entre el 20 y el 50 por 100 de los pacientes hospitalizados por trastornos mentales consideró en un estudio al respecto que su trastorno psiquiátrico interfería en el funcionamiento sexual, que problemas en el funcionamiento sexual podían haber contribuido a su trastorno psíquico, y consideraban la mejoría de dicha actividad como un factor relevante en la posible mejoría del cuadro.
La sexualidad es una parte normal de la experiencia humana. Sin embargo, los tipos de comportamiento sexual y las actitudes acerca de la sexualidad que se consideran normales varían mucho en las diferentes culturas y entre éstas. Por ejemplo, la masturbación, que durante un tiempo fue considerada como una perversión e incluso una causa de enfermedad mental, es ahora reconocida como una actividad sexual normal durante la vida. Se considera que más del 97 por ciento de los varones y el 80 por ciento de las mujeres se ha masturbado. Aunque la masturbación es normal y es a menudo recomendada como una opción de "sexo seguro", puede causar culpabilidad y sufrimiento psicológico originado por la actitud desaprobadora de otros. Esto puede producir un considerable sufrimiento y puede incluso afectar al desarrollo sexual.
De forma similar, la homosexualidad, que una vez fue considerada como anormal por la profesión médica, ya no es considerada una enfermedad; está ampliamente reconocida como una orientación sexual que está presente desde la niñez. La prevalencia de la homosexualidad es desconocida, pero se estima que cerca del 6 al 10 por ciento de los adultos tiene exclusivamente relaciones homosexuales a lo largo de sus vidas. Un porcentaje mucho mayor de personas ha experimentado actividades sexuales con personas de su mismo sexo en la adolescencia, pero como adultos tienen un comportamiento heterosexual.
Las causas de la homosexualidad y de la heterosexualidad son desconocidas. No se han identificado influencias hormonales, biológicas o psicológicas que contribuyan sustancialmente a la orientación sexual de la persona. Los homosexuales descubren que son atraídos por personas del mismo sexo, al mismo tiempo que los heterosexuales descubren que son atraídos por personas del otro sexo. La atracción parece ser el resultado final de influencias biológicas y ambientales y no una elección deliberada. Por lo tanto, la expresión popular "preferencia sexual" tiene escaso sentido. Una polémica siempre abierta.